Todo mundo quiere ser bueno, o al menos parecerlo, que todos piensen de ellos lo mejor. Por supuesto no todos nos comportamos bien, siempre hay momentos en que fallamos; sin embargo, la mayoría de la gente no admite haber fallado. Quieren que, por encima de todos, les sigamos considerando que son buenas personas. Si no fuese así, no habría tanta gente con reputación un tanto dañada que hace filantropía para parecer bueno. El sueño de cualquier archimillonario es que un día digan de él algo bueno, por eso y por intereses fiscales, crean fundaciones y donan mucho dinero. Menos mal que tenemos ejemplos claros de esto, sino nadie creería que alguien dona tanto dinero simplemente para parecer más bueno ante los demás.
La filantropía tiene muy buena prensa. Sin embargo, las cosas que hacen las cosas las personas pequeñas en su día a día se ven menos y se agradecen poco. Y ser buena persona es mirarles y agradecerles más.
Es curioso como la filantropía se enaltece por todos, y no está mal, pero lo que nadie valora es a aquella persona con mucho menos dinero que con mucho sacrificio te regaló algo por el simple hecho de querer amarte mejor. Y quizás no te dio nada material, pero consiguió que salieras de un gran trance con solo quererte. Quizás necesitaste alguna vez algo de alguien, y conseguiste que esa persona te lo regalará. ¿Qué gratitud sentiste por ello?. Eso es también importante, porque ser bueno significa agradecer, y si no lo hiciste, has salido mal parado, pero si lo hiciste y en el fondo no lo sentiste quiere decir que has querido ser bueno, pero que en el fondo no lo eres tanto.
Queremos que los otros piensen muy bien de cada uno de nosotros, pero en realidad no queremos dar algo significativo que sea realmente valioso, sino que solo nos endulcen los oídos.
Ser bueno es quizás el tesoro que más desea la gente. Que el resto piense de ellos lo mejor. ¡Mira qué generoso!. ¡Mira cómo ayuda!. Pero el tema no se queda allí. El tema es que quien ayuda a veces necesita ser ayudado, y es entonces cuando ya decimos, vale, si es bueno, que lo haga él o ella sólo, para eso es bueno. O quizás sí quieres ayudar, pero te dices, “claro, los méritos no son para mí, así que no me interesa”. O quizás te interesa ayudar para acallar una mala conciencia por lo que haces mal y a pesar de todo colaboras, pero ayudar no es eso. Ayudar, es decir, quiero que alguien que amo se beneficie de algo especial que yo voy a dar. Algo que para ti signifique mucho, porque dar un millón de euros si ganas cada minuto uno, no tiene tanto mérito, pero decirle a alguien que amas algo bonito, a sabiendas que se va a sentir grande, es algo que callamos para que se sienta pequeño y no sepa sus cualidades. Algo de esto último me ha pasado a mi muy a menudo.
Recibir y dar algo especial no es sencillo, porque el valor de algo es relativo para ambas partes y depende entre otras cosas de que tan escaso o abundante es eso que das.
Hacer algo especial por otro no es fácil, porque debe ser especial para quien lo da, sin esperar nada a cambio. Y recibir algo especial tampoco es fácil, porque es recibir algo que en ese momento no está a tú alcance y lo necesitas muchísimo. Todos sabemos que un vaso de agua al lado de un manantial, no es lo mismo que estando en el desierto muerto de sed y sin esperanzas de llegar a un sitio para recibirla y saciarte. Esto es así, ser bueno es fácil y a la vez difícil. Si queremos ser buenos para que se vea que lo somos, no es lo mismo que ser bueno sin siquiera ser consciente de que lo somos. La diferencia consiste en que el primero no lo es y el segundo quizás sí.
Quien realmente es bueno de verdad no se ve a sí mismo bueno, porque suelen ser muy honestos consigo mismos y ver con claridad su imperfección.
Es muy difícil que un bueno real se sienta bueno de verdad. Es más, puede incluso no sentirse bueno para nada. Y ya sé que eso es extraño, pero sucede. Si realmente eres bueno, no te sientes así, porque dentro de nosotros, en todos, habitan pensamientos, ideas, sospechas, equivocaciones, errores, y en definitiva mucha imperfección. Así que en realidad nadie que sea honesto al cien por cien consigo mismo puede sentirse bueno en el sentido estricto de la palabra, pero eso no significa que no lo sea, eso significa que no puede verse a sí mismo bueno, y no tiene que ver con traumas de la infancia de padres exigentes, tiene que ver con el hecho de que ser bueno no es sencillo. Hay que renunciar a muchos aspectos auto boicoteadores, hay que renunciar a muchos egoísmos, hay que hacer lo correcto a sabiendas que a veces te juzgaran como malo. Y ese es un gran meollo difícil de descifrar.
A veces el que es bueno tiene que hacer de malo para que no se aprovechen de él. No solo, a veces las renuncias son grandes para evitar perder cosas valiosas como su libertad.
Si soy bueno, parece que no hay problema, pues lo hay, porque los demás se aprovechan de tu bondad. Ya saben que si actúan mal contra ti los perdonaras, y entonces el bueno, tiene a veces que hacer de malo, para que el otro no se corrompa. Y no es sencillo, porque hay que tomar decisiones contundentes, como dejar de ver a alguien que quieres, pero que te falla constantemente porque por ejemplo quiere ser más que tú. O dejar de tener algo que te interesa, porque sabes que te usarán para conseguir otra cosa, que puede ser de mayor valor a la que recibes, como la libertad de ser tú mismo, de decir de verdad lo que sientes.
El bueno para decir la verdad ha de callar luego cuando le atacan por haberla dicho. Es un contra sentido que tengamos que dañar a quien busca un bien mayor con la verdad.
Es curioso cómo decir las cosas abiertamente a la gente no le gusta. ¿Cómo te atreves a decir eso?. ¡Quedaste mal!. ¡Hiciste mal!. Y puede ser que lo que has dicho haya sido necesario de ser dicho para un bien mayor, pero la gente se queda con las apariencias, con verdades superficiales. Por eso ser bueno no es fácil, porque serlo implica a veces decir verdades que otros intentan ocultar, o que les duele saber, o que no les interesa escuchar, y entonces acallarte tachándote de que has hecho mal es muy fácil, y eso lo hace la gente muy alegremente. Decir te equivocas es sencillo. Decir me he equivocado es algo que muchos no soportan.
Ser bueno y saber qué cómo y cuando decir una verdad, es complejo, pero la realidad es que el coste de ser bueno es a veces parecer que eres malo
Así es la vida, todo mundo quiere ser catalogado de bueno, pero pocos lo son en realidad. Solo el que calla y dice vale puede decirse que es bueno, pero no siempre. Si callas porque crees que es mejor está bien, pero si haciéndolo haces peor, has de hablar. Y no es sencillo saber qué decir, cuándo y cómo para crear realmente un bien mayor que en apariencia no es susceptible de ser comprendido por el otro. Yo desde hace unos tres años he hablado porque buscaba un bien mayor para mi familia, y ahora he pasado de ser la más buena de la familia, a ser la oveja negra, es un decir, pero ahora te aseguro que me atacan, se quejan, hablan de mi sin poder saber yo qué piensan en realidad, y se lamen las heridas justificando que su postura es la única realmente buena. Así de sencillo es, ser bueno tiene el coste de parecer malo.
La verdad es que ser bueno implica aguantar a veces que te ataquen por no seguir la moral interesada desprovista de honradez auténtica de quienes atacan.
Ya llevo más de tres años pareciendo mala en mi entorno familiar, pero nadie comprende desde donde me muevo e imposible explicarlo. Cada uno ve su verdad particular, y explicarlo no es sencillo, diría que imposible. Intentarlo es una necedad. Has de hacer lo correcto en cada momento sabiendo que a veces te atacaran, que a veces te acallaran, que querrán ejercer sobre ti una moral interesada a sus propios fines lejos de toda honradez. Esa es la verdad de la gran mayoría de nosotros, no queremos ser buenos, sino simplemente aparentarlo. Que los demás nos regalen los oídos, no crecer en nuestro camino de autodesarrollo y ser realmente mejores personas.
En realidad, todos hacemos actos bondadosos, hasta Putin, pero lo que hacen pocos es practicar la bondad a manos llenas con alguien que aún no te ha dado casi nada. Esa es la generosidad de quien verdaderamente es bueno.
En fin, así son las cosas, pero eso no significa que no haya actos llenos de bondad. Todas, absolutamente todas las personas, hasta quien creerías sería incapaz, ejerce a ratos la bondad. ¿Quieres pensar quizás que un asesino como Putin es incapaz de ser bueno con nadie?. Quizás te sorprenderías en las distancias cortas cómo es con ciertas personas de proximidad que le procuran el bien, para que no acabe muerto. Esa es la realidad de todos. Si nos dan a manos llenas, solemos devolver un puñado de acciones bondadosas. ¿Y qué pasa si no nos dan tanto?. ¿Somos también igual de generosos que cuando recibimos?. Ese es otro meollo.
Necesitamos pensar que quien amamos es bueno. Nos cuesta ver su imperfección y amarla sin más, es como si quisiéramos solo amar cuando hay perfección, pero eso es imposible, por eso para amar la imperfección es necesaria.
En alguna ocasión he dicho que ser bueno implica que los demás piensen que lo eres, sí, pero no es real. Normalmente pensamos que son buenos muchas personas que en realidad no lo son tanto, y eso es porque todos tenemos una inmensa necesidad de creer en la bondad, porque lo contrario es muy doloroso. Entonces pensamos que quienes más amamos son buenos de verdad. Es inevitable sentirlo. Y cuando vemos sus faltas, las justificamos. ¿Cómo sería amar a alguien cuya falta sabes no se puede justificar aunque sí comprender?. ¿Qué pasaría si amases a un asesino?. ¿Es acaso eso malo?. Quizás amar a alguien que todos juzgan de malo es otro acto heroico, porque te juzgaran. Amar cuando te aman es siempre entendido. Amar cuando no hay correspondencia, es algo juzgado desde quien desde fuera no comprende qué es de verdad el amor, sino solo el querer superficialmente.
La única bondad real es ejercerla en condiciones en donde el otro no ama o se comporta mal, y quienes desde fuera observan algo así, no saben que eso es ser bueno, sino que lo tachan de que ellos no se quieren a sí mismos y eso es falso.
Me he visto amando sin recibir amor, y me he visto amando a personas que hacen cosas injustificables para la mayoría. Y solo te puedo decir que esa es la única bondad real, que ahora me arrogo, pero lo hago para mostrar que en realidad ser buenos no es tan sencillo. Y no digo en lo absoluto que sea buena, pero reconozco que amar en esas condiciones es un acto de bondad suprema que pocos realizan. Si quieres que te diga que sentí, pues mucho gozo, muchísimo, y también dolor. Sí, las dos cosas, pero también puedo decirte que ese gozo todavía me acompaña, pero el dolor no. Y sí, duele hacer actos de bondad importantes, porque además nadie ve en eso bondad, sino que ven la falacia de que no me he querido lo suficiente o que me he extraviado o que miento. Esa es la clara justificación que se dan a sí mismos para no decirse que no harían lo mismo, alardeando que se aman supuestamente mucho a sí mismos y quien lo hace no. ¡Qué gran trampa esa de que si me amo hay límites en mi manera de amar!. El amor autentico no conoce límites. Esa es la verdad.
No es acuchillando a quien perdona cómo debemos ejercer el amor, sino amando a ese tipo de personas. Sin embargo, a menudo queremos aprovecharnos de ellas.
Pensarás que ahora yo soy alguien que te puede amar a ti. Y es verdad, pero eso no significa que vaya a hacer lo que esperas de mí. Yo haré lo que en mi fuero interno considere más apropiado. Y puede que sea también alejarme si me dañas gravemente o si repites fallos continuamente sobre lo que supone es una relación de amor. Hace poco tendí la mano a una amiga de la que me aleje y no tomo el testigo porque sencillamente quiere seguir colocándose por encima de mí, y ni siquiera es consciente de que, ese ha sido desde el principio su fallo en nuestra relación, y el mío ha sido permitirlo tanto tiempo que ella es incapaz de darse cuenta qué el fallo es ese y no otro.
Para ser buenos no solo hay que serlo de verdad en vez de solo aparentarlo, hay que tener un gran amor consigo que te permita resistir la adversidad y el juicio de quien desde fuera no entiende.
¿Cómo superar la soledad de hacer el bien y ser catalogado como malo?. Con amor. Así de fácil. Amarte a ti mismo, es estar dispuesto a estar contigo sin venderte a nadie. En hacer lo que consideras es amar antes de caer prisionero del otro. Y ese es un acto heroico que a nadie le interesa ejecutar, porque lo que todos quieren es parecer buenos, pero no serlo en realidad. Eso es lo que hace que los juicios de valor sean siempre tan erróneos. Personas que hacen mucho mal, catalogadas como buenas gracias a la manipulación y la mentira. Y personas honrosas catalogadas como malas y hasta aisladas solo por ser congruentes con lo que sentían más allá de lo que los demás esperaban de ella, más allá de todo convencionalismo social.
Aparentar ser bueno es un comportamiento hostil hacia ti mismo, porque es muy doloroso no ser quién eres en realidad abiertamente, y te carcomen de culpa y otros sentimientos tus actos de supuesta bondad.
Para ser bueno hace falta coraje, y ese ingrediente lo da el amor. Así de fácil. El que quiere aparentar ser bueno suele ser a menudo hostil consigo mismo, se miente de cómo puede hacerse mejor, se engaña de cómo puede amar, se retuerce de dolor por el mal que no son capaces de reconocer en ellos, se sienten muy dañados cuando se les dice su gran verdad y te acusan como mínimo de difamarlos si se la dices. En fin, que ser bueno no es sencillo, y aparentarlo trae consigo más dolor del que te imaginas, porque en el fondo sabes que no es cómo pretendes que otros vean, y eso duele en el fondo de todos, de ti mismo y de quienes te catalogan falsamente bueno.
Para practicar la bondad solo es necesario amar mejor, solo así conseguirás despegarte de la necesidad de solo querer aparentar.
¿Cómo podrías ser más honesto con respecto a tu bondad?. Eso sí que es algo que alguno se preguntaría si lee hasta aquí. Muy sencillo, diciéndote si lo que estás haciendo con ese acto es amor hacia ti mismo y hacia los demás. Si no hay amor, no es bondad. Así es de fácil. Puede ser muchas cosas distintas que ya deshilvanaré en un libro porque en un artículo de blog no da para mucho. Pero una de las razones más comunes para querer ser bueno y no serlo es querer ser superior al otro. Así de sencillo. Quieres ser más que el otro y te niegas la oportunidad de ser honesto contigo mismo y amar de verdad.
Para amar en última instancia mejor, has de renunciar a lo que crees que eres y no eres, es decir a tu ego. Por eso pocos aman bien y pocos practican la bondad real.
No podría abarcar en un artículo de blog muchas cosas, pero una sí te diré algo. Si quieres amar de verdad, debes renunciar a ti mismo, solo así se puede amar de verdad. Y eso no es desamor hacia a ti, eso es la prueba de que tu amor está por encima de lo que tú crees eres tú mismo, que es básicamente tu ego. Es el ego el que siempre se pone por delante. Ojo, eso no significa que acepte el mal que otros me quieren prodigar, eso significa que puedo decir no a su mal, y a la vez amarlos por encima de mí. Por ejemplo, una madre que tiene un hijo que roba para drogarse, puede denunciarlo a la policía, y a la vez puede buscarlo para ayudarlo y estar a su lado. Las dos cosas a la vez. Eso sería en realidad lo mejor. Perdonar no es exculpar a todos de sus malos actos, perdonar es decir no a eso, y a la vez te sigo mamando y te apoyo en el cambio para que te corrijas.
En definitiva, no busques ser tan bueno, ni que te vean así, sino ama de verdad mejor, solo así tu bondad será auténtica.
En fin, qué complicado es amar bien, qué complicado es ser bueno, cuando solo serlo de verdad te hace sentir que en el fondo no lo eres porque sabes que somos perfectamente imperfectos. Ya hablaré en mi siguiente articulo cuán necesaria es la imperfección para aprender a amar mejor. Mientras quédate que seguramente haces actos muy buenos y muchas veces, pero quédate con que, para ser bueno, es necesario amar, solo así serás de verdad bueno, aunque nadie lo sepa.
Eres más bueno de lo que ahora crees, y más malo de lo que creías antes de leer esto. Eres lo mejor, pero aún no has renunciado a lo que te impide amar mejor.
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