Dejarse transformar por el Amor

La vida es así, está llena de momentos de todo tipo. Algunas veces vemos el sol brillar, y otras veces parece que no hay luz por ningún sitio. La verdad que es difícil aislarse de los momentos que nos causan dolor. Ahora mismo en el mundo se vive una situación complicada. El coronavirus ha ensombrecido nuestra vida y nos ha llevado a sentirnos más tristes de lo habitual. La vida se complica. La economía se deteriora. Y parece que todo va hacia una pendiente de bajada que va estropeando las cosas cada vez más. Sin embargo, no hay que dejarnos llevar por estos momentos. Es verdad que no sabemos cuánto durarán y cómo saldremos adelante a pesar de ellos, pero la realidad es que al final del túnel se encuentra siempre la luz. Creerás ahora que yo no he vivido situaciones difíciles a causa del coronavirus. Te equivocas. He sufrido una neumonía bilateral que me llevó a estar ingresada cuatro días y que me hizo darme cuenta de la impermanencia de todo. He llegado a pensar que quizás podría morir, pero gracias a Dios, mi cuerpo ha respondido favorablemente a la medicación y con gran rapidez, y gracias a unos ejercicios espirituales de tao que he realizado, mis pulmones en menos de un mes después de salir del hospital se han recuperado satisfactoriamente, sin que la enfermedad haya dejado rastro. No tengo cicatrices de la neumonía, cosa no habitual, sobre todo en un período tan corto tras mi salida del hospital. En fin, pensarás que este es un modo raro de empezar este artículo, pero percibo a mi alrededor mucha frustración, enfado, tristeza, desesperanza, y quiero decirle a la gente que lo mejor está por venir.

A veces la vida nos da momentos difíciles, como el actual con el coronavirus, y parece que no se terminan, pero al final siempre nace la luz otra vez

Durante mi contagio de coronavirus pensé que quizás no pasaría de esto; sin embargo, lo superé satisfactoriamente. No sin sufrir ciertos dolores de todo tipo, porque el virus no solo existe, sino que puede dañar mucho, y la recuperación no está exenta de momentos de opacidad, en donde en mi caso, las fuerzas me fallaban y la tristeza me visitaba, pero siempre albergaba en mi corazón que esos días, esos momentos, pasarían. Y pasaron, y además muy pronto. Puedo decir que tuve una semana complicada después de salir del hospital, pero luego todo se fue recolocando poco a poco. Tuve que tirar un poco de mí, para hacer mis practicas espirituales y para ocuparme de los quehaceres domésticos normales del día a día, porque me pesaba coger un simple plato, y escribir me cansaba muchísimo, pero afortunadamente todo eso ya paso. Con esto quiero decir que la vida nos ofrece siempre algunos momentos difíciles, pero también nos conduce de un modo muy exacto y exitoso a las soluciones. A veces no se ven. A veces nos parece que la salida no podemos encontrarla, pero gracias a Dios las cosas siempre terminan solucionándose de un modo a otro.

La muerte cuando está cerca nos hace ver la impermanencia de las cosas, claro que igualmente podemos ver que tras ésta también está al final nuevamente la luz aguardando.

Ver la muerte tan de cerca, me ha hecho reflexionar sobre muchas cosas, y me ha hecho sentir que a veces no estamos preparados para morir. En mi caso lo único que me angustiaba era no tener testamento. Pues tenía pensado en un reparto que no es estrictamente el de que por ley se da cuando no hay testamento, y eso me preocupaba. A otras personas les preocuparía otras cosas. Yo me sentía en paz con todos, aunque no sé si todos estaban en paz conmigo. Pero me veía que podía partir sin mayor problema, y eso me hizo ver que quizás los tránsitos de la vida a la muerte no son siempre tan complicados y que es probable que a través de ellos podamos abrir nuevas puertas donde podamos encontrar paz y sanación. En realidad, tras la muerte nuestras almas requieren ser sanadas del dolor vivido en la tierra. Claro que a veces nos pensamos que en la tierra solo se vive dolor y esa es la gran ingratitud de la que nadie es consciente, porque en la tierra se puede experimentar lo mejor de todo y lo peor, depende muchas veces de nuestras decisiones.

Siempre que tenemos situaciones difíciles, suceden cosas que nos invitan a salir de ella. El agradecimiento es una clave para transformar la manera en cómo nos sentimos. El Universo, Dios, la Fuente como quieras llamarlo nos regala muchas cosas y solo hay que reparar en ellas.

Hoy me ha llegado un mensaje inédito por WhatsApp. Digo lo de inédito porque últimamente lo que suele llegar es más y más información sobre el coronavirus, y pareciese que es eso lo único que existe. Pero de repente llega un video de menos de un minuto, que quizás incluso fue hecho antes de entrar en la situación actual, y que nos viene a invitar a que nos enfoquemos en lo que tenemos y que lo agradezcamos. Y me he dicho, es verdad, y me dispuse a agradecer las cosas que tengo. Primero envié el video para luego hacer una meditación en donde di gracias a la vida, a Dios, a la Fuente, al Universo, o como quieras llamarle, por la suerte que tengo. Es increíble, cómo mi estado de ánimo cambio, mi vibración cambio. Y en vez de sentir la pesadumbre de que mi proyecto de emprendimiento se demora más y más por el coronavirus, pase a sentirme agradecida y contenta por lo mucho que poseo. Me di cuenta de que tengo tantos ahorros, que puedo disfrutar este tiempo cuidando de mí misma, aprendiendo, dedicando a hacer mejor mi proyecto, a tantas cosas que normalmente no podría hacer. Caí en la cuenta de que no me falta nada, ni vivienda, ni comida, ni nada que mucha gente no tiene. Que ahora mismo, mientras escribo, me tomo una taza de leche de avena caliente con achicoria, que no está buenísima, sino lo siguiente. Y disfruto su sabor, y siento mis piernas descansar sobre el suelo, y el abrigo de jersey que me da calor. En fin, hay tantas cosas, puedo respirar, puedo ver, oír, tocar, tengo salud. He superado una neumonía bilateral con éxito y casi en tiempo récord. ¿Qué más puedo pedir?. ¿Qué puedo hacer más que dar gracias?.

Podemos ser transformados por el Amor y de este modo vivir toda circunstancia desde prismas que nos dan esperanza. En el Tao encontré prácticas que me ayudaron hoy a transformar cómo me sentía con respecto a la situación del coronavirus.

Pensaba escribir hoy de cómo podemos vernos transformados por el amor, pero según escribo, la vida me lleva a escribir sobre el coronavirus. Escribo de eso porque eso es lo que ocurre ahora mismo en mi vida, pero perfectamente puede ser tomado como ejemplo de lo que quiero escribir. Hoy sin ir más lejos ha habido una transformación en mi vida. Como contaba, hace unas horas me sentía frustrada porque estoy confinada, porque el coronavirus además frena mi proyecto de emprendimiento y hace que me gaste mis ahorros, porque no tengo muchas cosas que me gustaría tener, como más dinero para mi proyecto, una pareja, unos hijos, en fin, estaba enfocada en lo que no tengo, y en lo que no me gusta. Sin embargo, me llegó ese video del que hablé, y me hizo recordar lo que ya sé y que ya he aprendido, y es que esa no es la actitud si lo que quiero es ser feliz, así que lo primero que hice fue compartirlo, para recordárselo a otros, y seguidamente me he puesto a practicar tao para sonreír con agradecimiento mi vida, y es allí en donde la Fuente, Dios, el Universo, o cómo quieras llamarle, me regala sentirme mejor. ¿Y qué cambió?. ¿Cambié yo o me cambiaron?. A menudo nos pensamos que nosotros con nuestras propias fuerzas podemos cambiarlo todo, pero la realidad es que no. Yo en esta práctica tuve que pedir esa ayuda a esa Fuente primigenia que nos ama y nos cuida, y es allí donde el cambio surtió efecto. Claro que yo decidí desde mi voluntad cambiar el enfoque y hacer lo que ya sé hacer para cambiarlo.

Si no crees en Dios, piensa si puedes por ti mismo solucionarlo todo, y verás que las fuerzas son menores. Es en la confianza de que algo superior a nosotros nos guía lo que hace que salgamos más fácilmente de esas situaciones.

En fin, esa es la vida, está llena de momentos, algunos muy agradables, y otros muy difíciles. Cuanto tiempo permanecemos en ellos depende a veces de nosotros. Somos capaces de cambiarlo todo con la ayuda de la Dios. Y porqué aludo una y otra vez a Dios o al Universo, a la Fuente. Muy sencillo, porque es allí donde encontramos todo. Si piensas que no existe nada. No te preocupes. Intenta sonreír cuando estás sumido en la tristeza, y dime sinceramente si consigues cambiar tu situación. Verás que tú con tus propias fuerzas no llegas muy lejos. Querrás estar más tiempo allí en esa negatividad. No te digo que vivir momentos de tristeza no sean a veces necesarios, pero permanecer demasiado tiempo en ellos no ayuda. Por eso te invito a que te dejes transformar por quien te ama más en todo el Universo, que es la fuente que da la vida. Solo así verás que el camino se anda de otra manera, y hoy sin querer la vida me lo demuestra.

Creerás que todo es casual, pero la realidad es que las cosas pasan por algo, y he observado que eso ocurre una y otra vez en mi vida, tal y como sucedió hoy.

Y entonces me digo a mi misma. ¿Es causalidad todo lo que ha sucedido?. Justo hoy que voy a escribir sobre esto, me ocurre una situación en la que veo que la transformación es real, en donde veo que Dios nos ama y que ciertas prácticas espirituales funcionan de verdad. Todo es cuestión de decidir querer hacerlo. Eso es todo. Pero aún más, ¿cómo llego ese video a mi?. Parece que como no terminaba yo misma de salir de mi estado de desaliento, viene una ayuda a través de un video que llega además a un grupo de WhatsApp que casi nunca veo porque hay tantos mensajes que es difícil atenderlo todo. Y simplemente voy a verlo, cuando nunca reviso ese grupo. Y me pregunto ahora, y esa ayuda que llego de esa manera, ¿fue casual?. Pues tampoco lo es. Y a continuación me llama una persona de gran corazón que al ver dicho video que le acababa de enviar, me deja denotar con toda claridad que está enfadado, casi encolerizado, indignado, porque ve que este período de coronavirus destroza todo alrededor y su vida se ha vuelto muy compleja porque no puede trabajar, no puede salir, en fin, lo que todos sabemos. Y me digo, ¿todo es casual?. Todo sucede justo en el mismo día que decido escribir sobre este tema, para darme ejemplos que puedo mostrar y además de una situación que nos afecta a todos en el mundo.

El Amor que todo lo transforma, no es más que la Fuente, Dios, el Universo o como quieras llamarlo, es desde allí donde podemos ver la vida de un modo que nos resulte más amable pese a la adversidad.

Claro que no voy a negar los inconvenientes que todos vivimos debido a la situación del coronavirus, pero sí está claro que debemos dejarnos transformar por el Amor. ¿Y quién es el Amor en mayúsculas?. Pues Dios, la Fuente, el Universo. Es el Amor que todo lo abarca, que nada deja fuera, que nos abraza a todos y que nos lleva a la plenitud. Solo con El o Ella o Eso podemos llegar a vivir una vida plena. Claro que me dirás que eso no existe, que no está demostrado, que estoy escribiendo sobre cosas que no son reales. Lo admito. Esas dudas son normales. Las acepto. Pero dime, ¿cómo has llegado a leer este artículo?. Seguro que tenías muchas cosas más interesantes aparentemente que hacer, y de repente te ves leyendo esto, y además en este momento. ¿Te sirve?. Si te sirve verás que quizás hay algo de especial en todo esto. Si crees que no te sirve, dirás que efectivamente tú estás en lo cierto. Lo que no sabes es que puede que un día te sirva. Puede que otro día, en otro momento, recuerdes esto que lees ahora, y digas: “¡Aja, ya lo veo!. ¡Es verdad!”. Y también me dirás que puede que eso nunca suceda. No lo sé. Ni lo uno, ni lo otro. Serás tú quién me lo tendrá que decir con un comentario, pero como la vida es muy larga, no sabremos cuando ha pasado suficiente tiempo para confirmar una cosa u otra. En fin, no te quiero liar. Lo que quiero es simplemente decirte que, si estás leyendo esto, será seguramente por algo, porque la casualidad no existe, por más que nos empeñemos en pensar que todo es fruto del azar.

Las cosas que conseguimos no terminan de satisfacernos, sino que en realidad entramos en un bucle de insatisfacción deseando siempre algo más, sin reparar que la clave de la felicidad es el AMOR. Al final el deseo de ser felices nos une a todos y nos hace en eso parecidos.

Ahora bien, ¿quieres ser feliz?. Parece que esto se repite mucho en mis escritos. ¿Pero es que hay algo distinto que quieras?. Yo te aseguro, y ahora con certeza de al 100%, que seas quien seas que estés leyendo, tú quieres ser feliz. ¿Me equivoco?. Pues claro que no. Todos queremos lo mismo. Mi maestro Juan li, dice que en eso coincidimos todos. Eso seguramente lo aprendí de él. Ahora bien, si todos queremos lo mismo, ¿porqué no lo conseguimos?. Parece que hay muchas recetas, pero ninguna termina de encajarnos. Eso de tener casa, un buen coche, novio, o lo que sea, parece que a veces no es suficiente. Cuando lo tengo, quiero otra cosa, y luego otra, y siempre está ese fondo de insatisfacción pese a conseguirlo. Y sino lo consigo, ya no te digo nada, tengo todas las excusas para poder decir que somos victimas de una vida cruel que no nos da lo que queremos. En fin, que, si quieres ser feliz, yo sí tengo la receta que funciona siempre, a pesar de todo, y te la doy en una palabra: AMAR. Eso es lo que tienes que hacer y ya está.

El problema es que no sabemos amar bien y eso nos empobrece. Para amar mejor solo debemos dejarnos transformar por el Amor en mayúsculas.

El problema es que nos sabemos amar, y allí está el freno que nos impide ser felices. La gente tiene muchas ideas ingenuas respecto del amor. Y no voy a hablar de él, porque dedicaré un artículo a hablar sobre el amor, ya que es un tema de gran calado. Ahora mismo, lo que quiero es que sepas que nuestra forma poco evolucionada de amar nos frena de ser felices. Y que hay una manera de solucionarlo. Independientemente de qué ya sepas lo que es el amor en mayúsculas o no. Hay una manera en cómo puedes conseguir amar mejor, y por lo tanto ser feliz, y es dejándote transformar por la Fuente, el Universo, Dios o como sea que quieras que se llame. Es decir, dejarse transformar por el Amor en mayúsculas.

En el fondo todos deseamos ser amados incondicionalmente, pero es un sueño que difícilmente conseguimos porque, aunque el amor de los padres suele acercarse más a eso que el de pareja, la realidad es que no siempre amamos de esa manera incondicional.

Todos hemos deseado ser amados incondicionalmente. Que el amor nos penetre hasta la medula y nos de ese reposo, esa seguridad, en donde nada nunca nos derribará, ni la muerte, en definitiva, esa felicidad que todos deseamos. Y sin embargo dudamos siempre que alguna persona nos ame así. La realidad es que pocas personas pueden amar de un modo incondicional, especialmente en las relaciones de pareja, que a menudo es un intercambio mercantilista, en donde nos saciamos necesidades reciprocas y vemos cumplidos deseos que nos satisfacemos unos a otros. Cuando eso no llega, simplemente el amor se acaba. No digo que debamos renunciar a ser saciados por alguien de algún modo, pero la realidad es que cuando eso desaparece, a menudo vemos que el amor se tambalea, y no perdura mucho más allá. Buscamos de inmediato un sustituto. Por eso creo que es difícil encontrar hoy en día un amor de pareja incondicional, que te acompañe en los momentos más difíciles, que te quiera en la enfermedad, en situaciones económicas complicadas, o en un sin número de situaciones más. El amor de los padres es a menudo más incondicional, que el de la pareja. Claro que hay buenos ejemplos de amor romántico que nos dejan la boca abierta, como hay amores de padres muy imperfectos y negligentes en su tarea. Pero como quiera que sea, todos buscamos ese gran amor incondicional que no llega. Ese amor que todo lo sana, y que hace que la vida sea vista con un cristal que da sentido a todo.

Es Dios, la Fuente, el Universo, quien realmente nos ama siempre incondicionalmente, aunque no siempre lo veamos. Es Él quien constantemente busca el modo de transformarnos, de invitarnos a dejarnos transformar por su Amor y así ser más felices.

Pues bien, es la Fuente, Dios, el Universo, como quieras llamarlo, quien realmente te da ese amor incondicional. Si, Dios lo perdona todo, Dios te acompaña siempre en cualquier circunstancia por difícil que sea. Nunca te deja solo en ningún momento, y siempre procura tu bien de un modo u otro. Eso no significa que nos dé siempre lo que queremos, visto desde nuestro ego, pero si lo que necesitamos, visto a los ojos de Dios. Y esa es la diferencia que hace que las cosas a veces no se perciban con la claridad que quisiéramos. Queremos una solución que se ajuste a nuestros deseos, pero no nos damos cuenta que hay un misterio en lo que vivimos , que hace que todo sea perfecto, que hace que la vida nos vaya conduciendo hacia el mejor puerto que podemos llegar, no sin antes quizás visitar lugares oscuros y sombríos que a veces no inspiran desconfianza, dolor, tristeza, miedo, rencor, odio, enfado, y tantos otros sentimientos que a nadie nos gusta. A veces visitar esas zonas nos hace darnos cuenta de ciertas cosas. Es muy difícil saber por qué pasa algo. Nunca me atrevería a interpretar el motivo de, por ejemplo, porqué una persona muy buena tiene que atravesar ciertas calamidades, porque es algo complejo de saber. Dios es el único que sabe la respuesta. Y a veces puede ser de lo más inverosímil que te puedas imaginar. Quizás esa persona vive eso, para que tú sencillamente puedas ayudarla, y sacar de tu corazón la compasión, convirtiéndose en el instrumento que permite que tú saques lo mejor de ti. En fin, es complejo hacer interpretaciones.

Para amar mejor en primer lugar tenemos que querer que eso suceda. Hay una decisión a priori, si bien la vida no es más que una constante invitación para ello, solo hay que saber verlo.

Volviendo al punto, de que todos queremos ser amados, y de que solo Dios nos ama de modo autentico y perfecto, ¿cómo podemos acercarnos a amar mejor para así ser felices y darle más sentido a nuestra vida?. Primero es querer dar ese paso. Si no quieres, no habrá nada que pueda cambiarlo, y seguramente la Fuente te seguirá invitando de las maneras más increíbles y creativas posibles, para que puedas ser feliz. Esa es su misión, que seas feliz, y para conseguir esto has de amar, y para ello has de dejarte, y si no quieres, como tiene paciencia, espera, y te lanza circunstancias increíbles para que un día decidas entrar en el círculo del amor y ser feliz. Es así de sencillo. Pero claro las maneras en como el Universo nos invita a amar pueden ser tan variopintas que es difícil averiguar cuáles son realmente las que tendrán éxito. Lo que está claro es que al final todo lo que pasa, puede ser visto, si queremos, como una invitación para amar mejor. Porque el camino de la vida no puede más que vivirse así, si lo que deseamos es dar un sentido profundo a nuestra vida.

Si quieres ser transformado por el Amor, simplemente has de dejarte. Hacerte dócil y manso ante las circunstancias de la vida, sin renegar de ellas, pero eso no implica que seas dócil ante los humanos, sino ante Dios.

Y ahora espero que estés deseando que te diga cómo puedes dejarte transformar por el amor, si realmente quieres. Pues es muy fácil. Simplemente déjate. ¿Y cómo me dejo?. Simplemente sucumbe al amor. Hazte manso, dócil, y recibe la vida de esa manera. Cada vez que vivas una circunstancia, la que sea, déjate fluir por las cosas como vienen. No reniegues de ellas. No las juzgues. No recrimines ni culpes a nadie de lo que sucede y no te gusta. Déjate mansamente acariciar por la circunstancia. Mira a ver qué enseñanza ha traído a tu vida. Y cuando lo tengas claro, déjate seducir por ello. Cuando se es dócil, la vida entra con fuerza por todos tus poros. Pero es una docilidad muy especial, porque no se trata ahora de permitir que todo mundo haga con nosotros cualquier cosa. No, no se trata de eso. No debes aceptar que nadie te trate mal. Debes impedir las injusticias si están en tú mano. Poner límites a lo que te daña injustamente, y en definitiva respetarte a ti mismo. Esa docilidad no es exactamente hacia los otros humanos, aunque a veces conviene ser practicada, sobre todo si es para hacer cosas positivas que requieran aceptar ciertos aspectos que quizás no nos convencen al cien por cien. La docilidad de la que hablo es hacia Dios, la Fuente, el Universo, hacia esa fuerza que lentamente se va haciendo presente en nuestra vida.

No debes exigir la transformación, ni empujar porque sea rápida. Las prisas solo traen frustración. Si quieres conseguir un cambio profundo, como puede ser dejar un mal hábito como fumar o un comportamieto, notarás que a menudo la voluntad no es suficiente.

Si quieres que Dios te cambie, no debes exigir que lo haga rápido. Así no funcionan las cosas. No es exigiendo y con impaciencia como Dios responderá. Las prisas no sirven para nada, más que para causar frustración. Hay personas que quisieran de verdad cambiar algunos comportamientos, o simplemente mejorar algo, como dejar de fumar, o comer más sano, o hacer más deporte. En fin, hay tantos propósitos que quisiéramos ver realizados, tantos deseos de mejora, y sin embargo vemos que la voluntad no nos ayuda con eso. Claro que la voluntad juega un papel grande, pero por sí sola no es suficiente. Hacemos el cambio un par de días para al final volver a lo mismo. ¿Y qué es lo que falla?. Que no nos hemos dejado transformar por el amor. Eso es lo que falla. Y entonces volvemos a la misma pregunta, ¿cómo puedo conseguir cambiar todo eso?, ¿cómo puedo amar mejor?, ¿cómo lograr ser por fin más feliz?. Y la respuesta es la misma, dejándonos dócilmente que Dios lo haga internamente dentro de nuestro ser.

La transformación por el Amor, es siempre de hondura, hay que quitar capas y adentrarnos en nuestro ser profundo, para conseguirlo. No basta la voluntad, sino que hay que ir más hondo. Así es como yo deje de comer carne, y en mi caso esa receta de que en 21 días todo se cambia, a mi no me funcionó.

Claro que esto es un proceso. Es necesario que sencillamente dejemos que Dios sea quien haga el cambio. Dentro de nosotros esta nuestro verdadero ser, hay simplemente que ir quitando capas, para llegar profundo, y dejar que desde ese latido interno el cambio se vaya manifestando poco a poco en nuestra vida. Te daré un ejemplo. Hace muchos años quise cambiar mi alimentación, quería dejar de comer carne, pero me gustaba mucho; sin embargo, pensé que no era buena para mi salud. Entonces me dispuse a ello, pero el cambio era difícil y grande, porque era toda una vida comiendo carne. Entonces me dedique a intentarlo una y otra vez, y veía que, desde la voluntad, siempre volvía a flaquear, y terminaba por volver a las pautas antiguas. Eso de que en 21 días se cambia un hábito, te puedo garantizar que en mi caso no fue así. No sé, quizás para alguien son 20 días y para otro 10 años, no lo sé en realidad, pero cambiar un hábito no depende exactamente de repetirlo un número de días determinado, sean los que sean, si bien, me atrevería a decir que serán en cualquier caso distintos para cada persona, sino que creo que para que algo se haga permanente, hace falta algo más que voluntad. Yo finalmente dejé la carne, aunque en mi ingreso por coronavirus la comí con poco agrado, pero ese cambio sucedió internamente, casi sin proponérmelo. De repente un día deje de sentir deseos de comer carne, y cuando la veía ya no se me antojaba. Empecé con la voluntad, pero luego hubo una transformación interna más honda empujada por mi ser. Eso no significa que la rechace, pero la evito y no la como salvo en ocasiones muy muy excepcionales como cuando estuve ingresada y era la única comida con la que contaba, pero ya no disfruto de ella, sino que por el contrario a veces incluso me sienta mal.

La transformación que hace el Amor en nosotros a veces es suave como la gota de agua que cambia la piedra al tocarla una y otra vez, es lenta, pero muy estable y duradera; pero a veces el cambio puede producirse más bruscamente y rápido, porque Dios hace su labor de maneras muy diversas.

Pues sí, la voluntad es el primer paso, hace falta ese quiero, un quiero mayúsculo, pero luego viene el dejarnos tocar por la mano de la Fuente con docilidad, y luego ser pacientes, dejar que poco a poco esa transformación se haga más profunda. Yo diría que el cambio que hace Dios interiormente a veces puede venir lentamente pero muy fuerte, es difícil que ceda luego rápidamente. Si quieres que te dé un ejemplo, te diré uno. Una piedra se va transformando cuando la gota de agua la toca. Cambia su forma. Pero esté cambio es lento, pero a su vez muy duradero, siempre sigue cambiando, hasta que un día quizás ya no sea ni siquiera una piedra. Así hace Dios con nosotros, es la gota que dulcemente golpea la piedra una y otra vez para hacer que ésta se transforme. Así es como desearíamos cambiar algunos, con dulzura, poco a poco, y así lo hace Dios muchas veces. Pero en ocasiones, en vez de una gota es algo más contundente como un cincel, que hace que la piedra cambie su forma bruscamente y de un modo un tanto rápido y grotesco, porque hay que golpear con fuerza el cincel y a veces varias veces. Pues Dios nos va transformando de maneras muy diversas, a veces sin darnos cuenta, suavemente, y otras, con eventos en nuestras vidas que nos sacuden, para bien o para mal. El evento también puede ser positivo, como recibir una ayuda inesperada de alguien en un momento de dificultad, que despierta en nosotros un sincero hondo agradecimiento. En fin, que Dios es quien nos transforma.

La transformación que hace el Amor en nosotros es tan honda que, después de ella, ya no hace falta hacer fuerza alguna, sino que se da como algo natural, que simplemente fluye fácilmente.

Siguiendo en ese cómo dejarme transformar por Dios, además de la docilidad, de la paciencia, hace falta otro ingrediente importante, y es querer que Dios nos transforme hondamente. No es ese querer de voluntad, de quiero cambiar superficialmente algo, sino que el cambio debe ser hondo, no basta comportarse de un modo u otro, como propugna la psicología conductista. No basta con controlar la rabia para dejar de tener problemas en mis relaciones con el otro, es algo que va más allá de un comportamiento, de ahora voy a dejar de gritar cuando me enfado, me aguanto y luego estallo con el tiempo como una olla a presión, sino que el cambio es muy hondo, toca curvaturas en donde llega un momento que no es ya solo el enfado lo que se desvanece, sino que éste ni siquiera llega a visitarnos casi nunca. Llega un momento que no hay nada que controlar o aguantar, porque algo ha cedido profundamente, y no hace falta que tengamos desde la voluntad que dirigir nuestro comportamiento, sino que algo profundo ha cambiado tan hondamente que la situación fluye de manera suave y favorable casi sin darnos cuenta, como algo natural, en donde ya no hay fuerza, ni intento, sino un delicado movimiento en la dirección que conviene.

Para poder cambiar es necesario aceptar ciertas perdidas, sobre todo si nos referimos a un hábito, pero si lo que quieres transformar son aspectos de tu personalidad, lo que has de hacer no es cambiarlos al cien por cien, sino aceptarlos, y a partir de allí suavizar esas peculiaridades que te gustaban menos.

No obstante, si a pesar de obtener toda la ayuda de Dios para poder cambiar, tu no quieres en realidad hacer esos cambios, nada sucederá. Porque en ocasiones, las cosas están dispuestas para que la gran transformación suceda, pero la bloqueamos de maneras múltiples. Queremos que las cosas sucedan cómo nos interesa personalmente a nosotros, no queremos perder ciertas ventajas que la situación anterior nos reportaba. No queremos renunciar a las cosas que nos hacen daño, porque simplemente hay en ellas aspectos que de alguna manera nos están atrayendo.  Si estamos, por ejemplo, pensando en dejar de fumar, pero no queremos perder cosas relacionadas con ese hábito, difícilmente se producirá el cambio.  Si dejas de fumar, perderás esos ratos de descanso con ese amigo que también sale a fumar en el trabajo cuando hace la pausa contigo, pero ganaras salud.  Hace falta entonces un abandono, un ceder, un decir sí totalmente, de verdad acepto completamente este cambio con todas sus consecuencias, con sus ganancias y con sus pérdidas.  Si lo que pretendes cambiar no es un hábito, ni una manera habitual de comportarte, sino un aspecto de tu personalidad, has de saber algunas cosas. Puede suceder en este caso, que no quieras aceptar ciertas peculiaridades de ella, y el camino no es rechazarlas. Por ejemplo, hay personas que se enfadan más naturalmente, o que son más cohibidas, o cualquier otra particularidad. Su cambio no debe consistir en dejar de ser así al cien por cien, ya que ese es el traje de personalidad que se les ha concedido y con el que se mueven en la tierra. Lo que han de hacer es suavizarla y aceptarla, porque es con la aceptación profunda que el cambio real se producirá en ese tipo de personas que no gustan de su propia personalidad.  Si no admites y aceptas ciertos aspectos de tu personalidad, la transformación difícilmente se dará, porque tu querer no es sincero, no hay una disponibilidad real por tu parte de hacer ese cambio.

Claro que además de todo lo anterior, si deseas ser transformado por el Amor, es necesario pedirlo desde el corazón y sinceramente, y luego confiar, ya que la ayuda llega siempre que la petición esté en sintonía con el amor.

Claro que, si quieres que Dios, la fuente, el Universo, te transforme hondamente, hay que estar disponibles para ello y pedirlo. Si quieres cambiar algo que no te gusta y quieres practicar esa docilidad, esa paciencia, ese dejarte transformar hondamente, pídeselo sin más. No hace falta que experimentes mucho dolor entonces, porque sencillamente estarás abierto a cada cosa que pasa sin juzgarla, y verás en cada acontecimiento la oportunidad para ser transformado. Tu manera de ver las circunstancias cambiará, porque en todas ellas podrás descubrir la magia que puede aportar cada una de ellas, para colaborar en tu propio proceso de transformación. No dejes de pedir con el corazón, con un deseo profundo, verás que, si se trata de algo positivo para ti, eso se terminará dando. Claro que, si es algo que no conviene, verás que la vida te lo hará ver. Dejar de amar ante un desencanto amoroso, por ejemplo, no será nunca la vía, ni la petición correcta. Nunca dejes de amar, pase lo que pase. Simplemente acepta los cambios en la relación y adáptate a ellos, sin herir nunca a nadie.

Independientemente de que ese no sea tu deseo, la realidad es que Dios nunca nos deja amar y siempre hay muchas oportunidades, y todo puede cambiar un día. Si lo que quieres es fomentar el proceso de ser transformado por el Amor, lo que conviene es hacer una practica espiritual diaria que nos lleve a adentrarnos en nuestro ser, yo encontré en el midnfulness primero y luego en el tao prácticas que me ayudaron mucho.

Ahora bien, si lo que quieres es que Dios deje de amarte, no podrás conseguirlo jamás. Dios siempre te amará hagas lo que hagas, pero no siempre responderán los acontecimientos al gusto tuyo, sino que las cosas pueden llegar a torcerse de un modo tremendo hasta incluso llegar a dudar que pueda repararse, pero con Dios siempre hay esperanza, y siempre hay la posibilidad de poder ganar el amor que en el fondo todos anhelamos, aunque te creas que a ti no te hace falta nada de eso. Si quieres, no obstante, que el amor anide en ti, es muy sencillo. Siempre está allí amando, solo has de mirar hacia adentro. Hay muchas prácticas de meditación. Yo he hecho mindfulness y luego el tao, y todas ellas me han ido ayudando a profundizar en el ser. Claro que hay que hacer una práctica diaria. No basta con hacer una vez cuando me acuerdo o me apetece. Y esta es la mejor inversión en la que puedes aplicar tu voluntad. Hacer que todos los días practiques unos minutos, para poder profundizar. Pues al final es allí, en ir penetrando un poco cada día que llegarás a tener las cualidades necesarias, para conseguir los cambios y transformaciones anheladas.

Si quieres que te ayude en el proceso de dejarte transformar por el Amor, puedes contactarme a través del formulario destinado a ello en esta web, y verás que podemos hacer muchas cosas.

Si quieres que te ayude en el proceso, puedes contactarme a través de esta web en el formulario destinado para ello. Verás que hay muchos modos en cómo puedo ayudarte a que tu camino pueda dirigirse hacia estadios de mayor plenitud. Solo has de confiar en el amor, y seguir adelante. No soy experta en nada, pero sé muchas cosas, y además tengo mi propia experiencia que es lo que al final cuenta en todo esto. Te invito a que me busques y que profundicemos en este dejarnos transformar por el amor. Mi vida ha tenido muchos cambios, y me doy cuenta de que cada día Dios se hace más presente y que mi transformación interior es cada vez más fácil de conducir, solo has de confiar en tu luz interior y depositar la confianza en ella, ya que desde el ego es muy difícil conseguir cambios profundos y duraderos. En fin, no hay mejor inversión que entrar en el camino de dejarse transformar por el Amor, te aseguro que es lo mejor que puedes hacer en la vida. Anímate a ser feliz y dejar que esa gota o ese cincel, golpeen con suavidad o con fuerza esa piedra que en el fondo no es más que el diamante que realmente eres.

Para ser feliz solo has de amar mejor, y para ello, solo debes de dejar que el Amor en mayúsculas sea rescatado de tu interior, a veces con suavidad como una gota de agua que transforma la piedra al golpearla constantemente, y otras con un cincel que remueve la estructura de modo radical. Nunca dejes de experimentar la mano de Dios dentro de tu ser, es lo mejor que nos puede pasar y de donde proceden los cambios que realmente son duraderos y nos aportan mayor gozo.

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2 Comentarios. Dejar nuevo

  • Querida Pilar… voy a empezar mi comentario con algo que no aporta mucho, pero que es la verdad: he leído hoy mi/tu escrito preferido. A medida que te leía surgían muchas cosas que querer compartir, que preguntarte… Ha sido una experiencia muy bonita.

    Te comparto una imagen que me llegó una vez por WhatsApp que me encantó. Decía escrito a lápiz: «la Vida debería ser Amarilla (Amar y ya)». Otra es una frase que escuché hace años: Los hombres llaman milagro cuando Dios cumple la voluntad de los hombres, cuando los verdaderos milagros se producen cuando los hombres, cumplimos la voluntad de Dios».

    También te comparto el recuerdo de unas canciones de hace muchos años que me parecieron un hilo musical perfecto para tus ratitos de deleite con la tacita de leche de avena y achicoria: Paco Bello, que durante un tiempo formó parte de un grupo que se llamó Doctor Grillo. Me gustan especialmente las del disco Nauta: Oye tú, Entre pitos y Flautas, No sabes cuánto te he querido… Son todas muy sencillas pero preciosas. Hay una de la última etapa que se llama «Un lugar seguro» y que para mi es una inspiración para hacer «respiración de riñones»… Esto es frikismo, pero ya me contarás, si la escuchas 😉

    Te invito a que en alguna otra entrada nos compartas tu proyecto de emprendeduría, me he quedado con la curiosidad. Durante 4 años de mi vida trabajé con emprendedores. Son unos soñadores creativos maravillosos que deberían contagiar a la sociedad entera.

    Yo tuve el privilegio de vivir el coronavirus a principios de marzo sin saber que lo estaba viviendo, porque en esa época la anosmia y el resto de síntomas que tuve, no eran los oficiales. Con lo miedosa que soy, eso ayudó mucho. Las prácticas de Tao me ayudaron a superar las crisis de tos y las dificultades para respirar… descubrí hasta qué punto eran medicina y empecé a hacer respiración espinal por todos aquellos que no la conocían o no podían moverse para hacerlas… Dios sabe todo lo que suspendo en agradecimiento, pero esas semanas fueron un tiempo extraordinario y el confinamiento, una de las mejores etapas de mi vida… una oportunidad de sanación… Es imposible que todo esto no tenga un sentido, que no sea para mejor…

    GRACIAS por escribir y por compartir.

    Recibe un cariñosísimo abrazo, compañera.

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    • Querida Ariadna, gracias por tu comentario. Es muy abundante, y muy rico en muchos temas. Claro que el tao es un camino que nos ayuda muchisimo para estar bien física y emocionalmente. Me alegro que a ti también te haya ayudado con el contagio del coronavirus. Cuídate mucho, y ya te contesto en privado sobre las otras cosas, para no ocupar mucho espacio aquí. Un abrazo y gracias!, Pilar

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