Desde siempre ha habido personas interesadas en saber su futuro. Saber lo que va a pasar parece que nos da seguridad, incluso aun siendo algo temido. Pocos aceptamos sencillamente que lo que va a pasar es una gran incógnita y que por mucho que nos empeñemos el futuro no está garantizado al cien por cien.

En ocasiones no queremos que nos digan el futuro, sino que nos tranquilicen lanzándonos el mensaje de que esa situación tan difícil pasará.

En los medios de comunicación existen hoy en día un sin número de personas que se publicitan y que nos ofrecen sus servicios, diciéndonos que están capacitadas para leernos el futuro. En momentos en que la incertidumbre nos acucia, podemos caer en la tentación de que alguien nos diga lo que va a suceder, queremos saber si finalmente se solucionará aquel tema que tanto nos angustia. En realidad, en ocasiones no queremos que nos digan el futuro, sino que nos tranquilicen lanzándonos el mensaje de que esa situación tan difícil pasará. Comprendo a todos aquellos que alguna vez han acudido a buscar consuelo en la lectura del futuro. Yo misma lo he hecho, y aunque no me siento orgullosa de ello, he aprendido mucho al respecto.

Muchos vaticinios, que en principio parecían imposibles de ser predichos, sucedieron. Otros no.

La primera vez que alguien me habló del futuro, tendría en torno a 10 años. En realidad, algunas personas, incluso pese a mi voluntad, se han acercado a mi, muchísimo antes de que yo me interesara por el tema, para hablarme sobre mi futuro. Puedo decir, que sorprendentemente para mi, muchos vaticinios, que en principio parecían imposibles de ser predichos, sucedieron. Otros no.

La forma en cómo yo imaginaba el futuro, no tenía nada que ver, en cómo se cumplía después, incluso aunque sucediese. Lo que sentía respecto a ello también cambiaba.

¿Qué impacto tuvo sobre mí saber el futuro?. Al principio no creí demasiado en ello, incluso olvidé durante años algunas predicciones. Lo curioso es que la forma en cómo yo imaginaba el futuro, no tenía nada que ver, en cómo se cumplía después, incluso aunque sucediese. Lo que sentía respecto a ello también cambiaba. Algo que me parecía un horror, cuando sucedía resultaba que era maravilloso, tal y como lo deseaba, o simplemente lo vivía serenamente. Y cosas que imaginaba como maravillosas, cuando sucedían me resultaban anodinas.

Si no lo habría sabido, no solo no me habría condicionado, sino que me habría ahorrado un gran sufrimiento.

Aspectos que me contaron que parecían aplastantemente determinantes sobre mi futuro y que me hicieron sufrir pensando en que ocurrirían, resulta que, si no los habría sabido, no solo no me habrían condicionado, sino que me habría ahorrado un gran sufrimiento. En realidad, la propia vida me preparó de tal modo, que al experimentar esas circunstancias estaba en el estado de aceptar mansamente lo que la existencia traía, más con aceptación que con resignación, con serenidad, y con la alegría de darme cuenta de las ventajas y lo mucho que me aportaba y me hacía aprender lo que un día creí erróneamente que era horrible y me haría sufrir.

Su impacto en mi en el momento de suceder no tenía nada que ver con cómo me sentí cuando lo supe.

¿Para qué me sirvió saber el futuro?. Si era algo que yo “interpretaba” como negativo, me preocupaba y me hacía sufrir, para que luego resultase que su impacto en mi en el momento de suceder no tenía nada que ver con cómo me sentí cuando lo supe, o para que incluso algunas veces simplemente no sucediese nunca. ¿Y si era positivo?, por un lado, casi no me lo terminaba de creer, y cuando sucedía, si había suerte y se cumplía, pues no siempre acontecía, el impacto había perdido su fuerza y frescor, y llegaba con una cierta apatía.

Las personas tenemos un poder para variar ciertas circunstancias o para sencillamente vivirlas mejor, hasta el punto de llegar a estar agradecidas por ellas, aunque a priori parecían desfavorables.

Como veis, no niego que se puedan saber cosas sobre el futuro. Sin entrar en el tema del gran número de engaños, timos, chantajes, manipulaciones, y un sinfín de obscuridades en relación con el tema. Hay personas que efectivamente tienen cierta facultad para ello, pero os aseguro que éstas no son infalibles, a veces se equivocan, porque el futuro no es algo determinado e invariable, ni siquiera, aunque esté en una carta astral bien hecha. Las personas tenemos un poder para variar ciertas circunstancias o para sencillamente vivirlas mejor, hasta el punto de llegar a estar agradecidas por ellas, aunque a priori parecían desfavorables.

Cuántos condicionamientos, profecías autocumplidas por nosotros mismos por haberlas creído y habernos supeditado a ellas. Muchos sin sabores, sufrimientos, y malas decisiones tomadas en base a esa nada.

Sin embargo, estar proyectados al futuro, nos desconecta del presente. ¡Cuánta energía empleada en pensar sobre algo que en el presente es nada!. Peor aún, cuántos condicionamientos, profecías autocumplidas por nosotros mismos por haberlas creído y habernos supeditado a ellas. Muchos sin sabores, sufrimientos, y malas decisiones tomadas en base a esa nada, que no es más que una trampa de la mente.

 

El futuro en realidad no existe. No hay un futuro absoluto, inamovible. Todo puede cambiar. Nuestras decisiones en el presente determinaran buena parte de nuestro futuro.

El futuro en realidad no existe. No hay un futuro absoluto, inamovible. Todo puede cambiar. Si te vaticinan que tendrás trabajo, pero te relajas tanto que dejas de buscarlo, puede que no lo encuentres o tardes mucho en hacerlo. Nuestras decisiones en el presente pueden cambiar el futuro.

 

Es posible que haya experiencias que sean necesarias de ser vividas, pero no necesitamos saberlas de antemano. La propia vida nos va dotando de recursos para vivir lo que nos va tocando.

Es posible que haya experiencias que sean necesarias de ser vividas, pero no necesitamos saberlas de antemano, ni sabremos sin lugar a dudas cuáles son. La propia vida nos va dotando de recursos para vivir lo que nos va tocando, y nos empuja a tomar las decisiones correctas para aprender y ser felices. Eso sí, hay que estar atentos a las señales. Conocer lo que va a pasar antes de estar preparado para saberlo, puede ser catastrófico si no estás maduro para ello y es muy posible que te arruine el disfrute del momento presente, y la mayoría de las veces sin necesidad, porque en el fondo nadie sabe con certeza al cien por cien lo que pasará. Nadie.

Conocer lo que va a pasar antes de estar preparado para saberlo, puede ser catastrófico si no estás maduro para ello y es muy posible que te arruine el disfrute del momento presente, y la mayoría de las veces sin necesidad, porque en el fondo nadie sabe con certeza al cien por cien lo que pasará.

 

Claro que la tentación de querer saber es grande en ciertos momentos, incluso a veces para aquellos que  experimentan temor respecto al futuro. Como quiera que sea, si lo que quieres saber es si una circunstancia pasará, no hace falta un vidente. Todo pasa, de un modo u otro, al final esa circunstancia pasará. En la vida es importante lo que nos sucede, pero más importante es cómo vivimos lo que nos sucede.

¿Realmente te tranquilizará saber tu futuro hasta el punto de que puedas tener la garantía sobre el mismo?, ¿o a las primeras de cambio volverás a dudar y preocuparte?.

También pasa que, algunas personas no buscan en el futuro averiguar si algo pasará, sino si tendrán en él o podrán mantener en él, todas esas cosas que correcta o equivocadamente creen les dará la felicidad. Piénsalo un poco, ¿saber eso te hará feliz?, ¿realmente te tranquilizará hasta el punto de que puedas tener la garantía sobre el futuro?, ¿o a las primeras de cambio volverás a dudar y preocuparte? ¿Realmente es en el futuro dónde hay que buscar, o no será acaso una trampa que nos aleja del presente y nos lleva al mundo de la fantasía?.

 

¿Es verdaderamente en el futuro dónde hay que buscar, o no será acaso una trampa que nos aleja del presente y nos lleva al mundo de la fantasía?.

Las personas que han emprendido un camino espiritual a veces desarrollan ciertas facultades de predicción. Eso supone un gran cebo que puede distraernos de lo que es de verdad importante y conducirnos a senderos equivocados. Es preciso alertar a aquellas personas que han experimentado esto, de los peligros a los que podría conducir dejarse seducir por ello y quedarse atrapado allí. Tarde o temprano observaran que no todo se cumple, y que las predicciones que llegan no son posibles de ser controladas a su antojo por el ego. Puedes preguntar algo y no venirte nada, o llegar una respuesta distinta, y lo que es peor, ni siquiera saber de dónde proviene esa información. Si además utilizas estas facultades para hacer negocio o provocar que otros se extravíen, fomentando entre otras cosas su huida del presente, las consecuencias que traerán a tu vida puede que no sean las más favorables. Si has experimentado algo de esto, no te entretengas en ello. El propósito del camino espiritual no es llegar a ese punto, y mucho menos utilizarlo con fines egoístas.

Las facultades de predicción alcanzadas en un camino espiritual pueden convertirse en cebos seductores, que nos desvían del verdadero propósito del camino, y podrían acarrear consecuencias desfavorables dependiendo de cómo se use.

La vida no ofrece garantías de nada. Y menos un futuro que por definición es incierto. Nos apoyamos en seguridades que en realidad no existen, pero que nos ofrecen la ilusión de garantía. La única confianza real es la que viene del fondo del corazón. Confía en que la vida te dotará de los recursos necesarios para vivirla. Y busca la serenidad en donde está, en el momento presente. El pasado ya pasó, el presente ya está aquí y el futuro no se ve.

 

El pasado ya pasó, el presente ya está aquí y el futuro no se ve.

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