Claves sobre el placer y la satisfacción

La vida nos ofrece grandes y pequeños placeres. Todos quisiéramos que esa sensación de disfrute perdurara en el tiempo, poder alargarlo cuanto más mejor. En este artículo encontraras claves no solo para que esos momentos te resulten todavía más placenteros, sino para invitarte a descubrir que además de ello, existen sensaciones aún más gozosas que generan estados de satisfacción más prolongados que el disfrute de los placeres más mundanos.

La satisfacción de cualquier necesidad produce placer en nosotros, pero a veces estamos tan despistados, andamos tan de prisa, que no reparamos ni observamos cuántos grandes placeres ofrece la vida en pequeñas dosis.

Me acaba de venir algo que seguro te hará reír. Pensarás incluso que estoy de broma, pero no, voy a hablar totalmente en serio, pero te garantizo que por lo menos sonreirás. Pues bien, resulta que, durante mi niñez, adolescencia y parte de mi juventud, sufrí de estreñimiento. Ir al servicio era casi una proeza y a veces hasta doloroso. No te doy más detalles. El caso es que, desde hace algunos años, sin tomar ningún tipo de tratamiento, cuando comencé a soltar muchas emociones y a vivirme con mayor libertad y asertividad, mi intestino también mejoró muchísimo, y desde hace ya un tiempo, ir al servicio se ha convertido en un momento que, bastante a menudo me resulta muy placentero. Muchas veces, cuando evacuo, experimento una gran sensación de placer, sobre todo si no he comido nada que sea complicado de digerir. Esto que parece un chiste y que me ha hecho llorar de risa durante unos minutos al releerme, no es una broma ni mucho menos, aunque me encantaría que, como yo al escribirlo y luego al revisarlo, tú también hayas sonreído al leerlo. Básicamente, el secreto detrás de esto es que la satisfacción de cualquier necesidad produce placer en nosotros, pero a veces estamos tan despistados, andamos tan de prisa, que no reparamos ni observamos cuántos grandes placeres ofrece la vida en pequeñas dosis. Podría ponerte más ejemplos, pero supongo que este es suficiente de momento.

Vivimos unos tiempos sembrados de hedonismo, en donde parece que el placer es el fin y el fundamento de la vida.

Del mismo modo que hubo un tiempo que estuvieron de moda las mortificaciones sobre todo en un contexto más bien religioso, hoy está de moda el placer. Se habla de que vivimos unos tiempos sembrados de hedonismo, en donde parece que el placer es el fin y el fundamento de la vida. No voy a entrar en teología, ni en ninguna filosofía, ni idea en concreto. Te voy a hablar simplemente de mi experiencia personal. Una de mis sobrinas me dice alguna vez con cierta dosis de asombro que no conoce a nadie tan feliz como yo, si bien me ha visto también llorar, no una, sino muchas veces, y no siempre de risa, a veces también de dolor, pero lo admito, soy más feliz que la media de los mortales, aunque no lo digo nunca porque temo que decirlo pueda estropearme el invento, pero hoy te lo voy a descubrir.

Cuánta más sobreestimulación de los sentidos, menos sentimos, ya que se produce un agotamiento de estos que, unida a la desconexión con nuestro ser profundo, dificulta el disfrute.

Pues estábamos en eso de que vivimos en una sociedad hedonista en donde el foco se pone en el placer. Ese objetivo, desnudo de cualquier otra consideración ha llevado a la sobreestimulación de los sentidos de miles de maneras. Los efectos especiales en el cine son mejores que nunca. La música en las salas de fiesta es tan alta que ya hemos empezado a tener problemas auditivos. Para disfrutar del sexo se está recurriendo a prácticas que pueden resultar denigrantes para la persona y hasta incluso caer en la búsqueda del dolor para sentir placer. Hace poco vi un producto en un herbolario que servía para aumentar el deseo sexual. Parece que la cosa es grave cuando hay que recurrir a substancias para que te apetezca tener sexo. El caso es que me sorprendió bastante, y al preguntar, me dijo la dependienta que por lo visto se vendía mucho, era uno de los artículos estrella de una tienda en donde mayoritariamente se venden hierbas medicinales. En fin, ejemplos hay muchísimos. ¿Cómo es posible que cuánta más sobreestimulación de los sentidos hay, cada vez se sienta menos?. ¿Te resulta raro?. No lo es en lo absoluto, estamos viviendo un momento en que, por un lado, se da un agotamiento de los sentidos debido a su sobreestimulación, y por otro, vivimos desconectados de nuestro ser profundo.

La práctica de la meditación nos hace más conscientes de lo que verdaderamente sentimos y de cómo influyen en nosotros estímulos fuertes que en términos generales y en apariencia han perdido su impacto en nosotros ante la anestesia que padecemos.

¿Cómo sé lo anterior?. Sencillamente porque lo he experimentado de alguna manera. Te voy a poner un ejemplo sencillo. Cuando era una niña, recuerdo que era adicta a ver la tele, incluso hacía los deberes mientras veía la tele, claro que mi productividad era mínima en esos momentos y mis padres se enfadaban, gracias a lo cual la cosa no fue a peor. Posteriormente, aunque no en mis momentos de estudio, seguí viendo la tele, hasta que un día simplemente dejo de apetecerme. Había otras cosas que naturalmente me interesaban más. Empecé a hacer una práctica cotidiana de la meditación. El caso es que ni me lo propuse, ni nada, sencillamente sucedió. De repente me di cuenta de que ya no veía la tele casi nunca porque sencillamente no despertaba en mí interés. Tras unos años desconectada de ella en un grado elevado, quise investigar sobre una serie de televisión de la que me habían hablado. No digo cuál es para no herir las sensibilidades de nadie. Es una serie de gran éxito que lleva muchos años emitiéndose, aunque no sé si sigue actualmente. Puede que la hubiese visto en el período en que veía más la tele, aunque no lo recuerdo con precisión. El caso es que no pude verla más de 5 minutos. Me resultó tremendamente agresiva, una bomba de relojería a la que mi cuerpo reaccionaba inmediatamente con incomodidad. Amen de que se normalizaban temas, comportamientos, que son realmente insanos, invitándonos a seguir modelos y patrones que en realidad son destructivos para nuestras relaciones y nuestra salud. Lo mismo me empezó a pasar con las películas más comerciales del cine. Mientras el resto ni se inmutaba, había escenas que yo ya ni podía ver porque me generaban mucho malestar que consideraba innecesario y deje de ver cierto tipo de películas. En realidad, buena parte de nuestro ocio actual está contaminado de aspectos desfavorables para nosotros mismos que, lejos de ser fuente sana de gozo, son la oportunidad para sembrar en nuestro inconsciente la semilla del sufrimiento, pero no somos conscientes de ello, vivimos en la superficie, dominados por nuestros egos y desconectados de nuestro ser profundo.

La insensibilidad ante los estímulos externos viene producida en parte por el desarrollo de un grado de tolerancia que hace necesario que éstos sean cada vez mayores, entrando en un bucle de difícil salida cuyo destino final es la frustración.

Fue entonces cuando descubrí que, con independencia de que yo sea muy sensible, que lo soy, había mucha gente anestesiada a mi alrededor que habían dejado de sentir, o bien por sobresaturación o por desconexión consigo mismas. Esto es realmente desalentador, porque si ya de por sí, la satisfacción de los placeres mundanos no suele ser duradera, había que añadir que cada vez se sentía menos. Para solucionarlo, buscaban una mayor sobreestimulación que, en vez de solucionar el problema de base, lo acentuaba. Es como el que es adicto al alcohol o a cualquier substancia, y tras consumirla un tiempo, se genera una tolerancia, en donde su organismo al habituarse a ello, requiere de una mayor dosis para sentir más, con lo que esto implica de empeoramiento de la salud y de la entrada en un bucle de difícil salida. Tengo que reconocer que esto me entristece, porque pudiendo vivir una vida plena, entramos en la rueda de la insatisfacción y continua frustración, que sé que tarde o temprano nos llevará a agredirnos a nosotros mismos y a los demás. Hay muchos modos en cómo podemos autosabotearnos, y hacer que nuestro cuerpo y nuestra alma enfermen, es uno de ellos.

La insatisfacción nos convierte es carnaza fácil de manipuladores a cuyas ideas nos adherimos buscando un sentido de la vida perdido, sentido que además no se encuentra ni en la búsqueda obsesiva de placeres ni en conseguir cosas materiales.

Más o menos conscientes de que el fin del placer en sí mismo no conduce a la satisfacción profunda y duradera, llega el momento en que nos tropezamos con el sin sentido de la vida y muchos jóvenes se convierten en carnaza para muchos manipuladores que lejos de desear su bien buscan la adhesión de estos chicos y chicas a sus propósitos egoístas, que no siempre se manifiestan clara y directamente. Así vemos como crecen las adhesiones, por ejemplo, a los grupos neonazis, pero no solo. Algunos hasta están dispuestos a morir por determinadas ideologías, cuyas ideas se apartan del amor a uno mismo y a nuestro prójimo, quién por cierto, por diferente que sea a nosotros y con independencia de sus creencias, es eso, nuestro prójimo, un reflejo de lo que nosotros también somos. El culto al dinero, a la belleza de maniquí, son también realidades que están detrás de todo esto. Se busca la felicidad justo en donde no está, y tenemos ejemplos de quienes logrando todo eso, sin embargo, se vivían continuamente insatisfechos y en un callejón sin salida, que les llevo incluso al suicidio, que es sin lugar a dudas la mayor agresión que se puede hacer contra uno mismo, carente de sentido, de valor, de amor y de responsabilidad. Michael Jackson es un claro ejemplo de alguien que consiguió todo lo que muchos desean: fama, dinero, incluso casi hasta ser blanco, pero no lo que el corazón anhela en lo profundo, que es sencillamente amar. Robin Williams se suicidó tras comprobar que todo lo que había conseguido no llenaba su vacío y se encontraba vulnerable para enfrentar las dificultades que la vida siempre tarde o temprano presenta. Y así, muchos ejemplos más.

La moderación es una de las puertas para disfrutar más. Lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Podrás inferir fácilmente por lo anterior, que un buen truco para disfrutar de algo es la moderación. Los restaurantes de alta categoría lo saben muy bien. Siempre ponen cantidades pequeñas de comida, con las que no es posible que experimentes hartazgo. Como dice el dicho popular: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Algunos de mis amigos son generalmente mejores ejemplo que yo en el cultivo de esta moderación en el disfrute de los placeres mundanos, particularmente en lo relativo a la comida, si bien sé que ésta es necesaria en una cierta dosis, cuyo grado varía según la personalidad de cada uno. Uno de mis maestros nos contaba también que en la tradición taoísta cuando un hombre y una mujer deseaban tener un hijo, se separaban físicamente dos semanas antes del momento más fértil, y volvían a encontrarse deseosos de estar juntos otra vez. Claro que este no es el único aspecto por considerar, hay bastantes más. Además nos decía, que la sexualidad como expresión profunda del amor al otro, hace que la primera no se agote, aunque puede transformarse y conducirnos a estadios de menor efervescencia quizás, pero de mayor profundidad, solidez y satisfacción. La magia la ponemos cada uno de nosotros, y el amor siembra de creatividad y belleza cada encuentro, para hacer de éste un milagro. Basta que queramos abrirnos sin límites al amor, puede que entonces encuentres más satisfacción en un abrazo sentido con el alma que en una penetración vacía de amor.

La atención consciente en los sentidos, en lo que hacemos, es otra puerta que abre el disfrute de las pequeñas cosas cotidianas de la vida, como ducharse o cocinar.

Es preciso ralentizar el ritmo de vida, para poder reparar en los pequeños detalles. Eso aumenta el disfrute exponencialmente. Es necesario poner atención en lo que ves, en lo que comes, en lo que tocas, en lo que hueles. Esa mayor atención, irá aumentando gradualmente el placer de las pequeñas cosas. Para mí la sensación que tengo después de una buena ducha me resulta muy placentera y me detengo en ella para disfrutarla como en cámara lenta. Cocinar se ha vuelto uno de los momentos cotidianos más gozosos, aunque es verdad que no lo hago todos los días. Muchas veces, sobre todo últimamente, me veo mientras lo hago, tarareando melodías. Me gusta cómo voy cortando las verduras, las introduzco en la cazuela, las veo entrar en ebullición. Cada paso delicado es un regalo. Una vez incluso sentí que amaba a una cebolla a la que no dejaba de acariciar de un modo que me producía una mezcla de sensaciones placenteras de alegría, de plenitud, de cariño, de profunda satisfacción. Normalmente estoy sola mientras cocino, pero una vez hace poco, una persona que me vio hacerlo me dijo: “se te ve muy contenta, ¿ha pasado algo?”. La miré sonriendo y le dije: “no ha pasado nada, es que me gusta cocinar con amor y si alguien más va a disfrutar de ello, mucho mejor”.

La meditación y el contacto con la naturaleza nos ayuda a conectarnos con nosotros mismos y a descubrir las maravillas que nos rodean y de las que no somos conscientes cuando estamos desconectados de nosotros.

En fin, hay miles de ocasiones para disfrutar con las cosas sencillas. Hace poco tras una mañana meditando en un centro zen, nos sentamos cerca de la naturaleza en silencio para comer. De repente una flor me miró, vi durante un segundo una especie de película transparente que se descorría como si se tratase de un pequeño telón con ondas, y entonces la flor me sonrió desde su naturaleza, entró dentro de mí esa energía, dejando un sereno poso de gozo y satisfacción. A los dos minutos, sucedió lo mismo con otra flor. Después me uní a un pequeño festival, y disfrutaba de ver a los niños reír, de los reconocimientos que algunos discípulos y empleados recibían con sencillez y humildad, el corazón abierto de todos ellos era también el mío, que desde la butaca era parte de ese bello homenaje. Fue un día maravilloso, que me emociona recordar. Incluso hasta nos hicimos una foto divertida con la maestra, quien alberga también un buen sentido del humor, no siempre tan visible para sus discípulos.

El amor nos lleva a “ser felices haciendo feliz a otros”. Sus frutos, como el agradecimiento y el perdón, abren las puertas de la satisfacción prolongada y profunda, y dan sentido a nuestra existencia.

Estos son ejemplos de cómo he disfrutado momentos sencillos y simples de la vida cotidiana. Ninguna buena película habría dejado en mi ese poso de la misma manera, y algunas me han gustado mucho y han despertado emociones positivas intensas, incluso hasta recomendaría alguna, pero esos placeres sencillos, que quizás no sean tan exaltantes en una primera apariencia, tienen una profundidad de calado única. La realidad es que la satisfacción profunda prolongada es posible y transciende el disfrute de los placeres mundanos que por definición son de corta duración. Detrás de todo esto que te cuento, no solo hay una práctica de meditación, sino además una entrega a la felicidad a través del servicio al otro. Una buena amiga religiosa que ahora tiene 91 años y que está estupenda física, psicológica y emocionalmente, me dijo algo que describía con exactitud cómo vivía mi vida “Ser feliz haciendo feliz”. La vida nos ofrece un montón de posibilidades todos los días para dar algo de nosotros a otro desde el corazón, de manera desinteresada y gratuita. A veces es solo una sonrisa, quizás una buena escucha, un abrazo, un ayudarle en una cosa concreta. Esto unido a la gratitud y al perdón de base, todo ello fruto del amor, han sido mis claves. Vivir de esa manera te aseguro que da sentido a la vida. Siento vivirme plenamente, incluso a pesar de momentos muy difíciles que ni podrías imaginar. Sé que otros han llegado a lo mismo sin práctica meditativa “consciente”, pero con una inmersión profunda en la naturaleza, con la que se ha conectado desde su ser profundo.

La vida ofrece todos los días la posibilidad de entregar amor altruistamente. A veces basta una sonrisa, una buena escucha o asistir a alguien para cosas concretas y sencillas como cruzar la calle si lo necesita, sin esperar que se reconozca nada, simplemente por el gozo que ofrece hacerlo desinteresadamente.

En fin, esto es una clara invitación a que bucees dentro de ti para encontrar la satisfacción serena y prolongada. A detenerte un poco en esa vida llena de ocupaciones, de ruido, de emociones fuertes que requieren cada día de estimulantes mayores cuyo pronostico seguro es el agotamiento de los sentidos con su seguida frustración. A que tampoco huyas de ti a través de la dispersión o la anestesia de los sentimientos, el aletargamiento no hace más que alejarte de tu ser más profundo, provocando una desconexión con la fuente de la satisfacción verdadera y del amor en mayúscula. Te invito en definitiva a que abras tu corazón al amor, a que te liberes de posibles resentimientos, y que te conectes con el agradecimiento por todo lo que la vida nos ofrece que te aseguro que es mucho. La vida en sí misma, es ya un regalo.

La vida en sí misma, es ya un regalo y una fuente de alegría, de placer y de satisfacciones, basta con conectarse a ella. La felicidad no está lejos, solo hay que mirar hacia adentro y abrir el corazón.

El perdón por definición no puede ser jamás exigido por nadie, ni siquiera a uno mismo, ya que es un don que nace de la fuente infinita del Amor incondicional, en la que descansa la existencia del Universo mismo.

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La felicidad de nuestros hijos
La liberación a través del perdón

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