Estamos en un momento de la historia en que el miedo nos atenaza desde diferentes ángulos. Hace ya más de dos años que con la crisis del covid y sus derivados, se generó masivamente en el mundo entero el miedo a morir, a enfermar, a perder el trabajo. La renuncia a los abrazos, al contacto físico, a la socialización, han hecho estragos en nuestra vida. Sin embargo, esta causa no ha sido generada por el virus aunque así lo creamos. El miedo no está relacionado con ese bichito, sea lo que sea en realidad, se haya originado del modo que sea y que aún desconocemos. El miedo en realidad es la base de la mayoría de las emociones negativas, pero no lo sabemos.
Si quieres liberarte del miedo, no se encuentra en la situación que crees que te lo genera sino en una raíz más profunda que vamos a desenmarañar
La reciente guerra en Ucrania, está despertando otros temores. Lo que antes era el monotema del covid, está siendo reemplazado por el monotema de la guerra en Ucrania. Los medios de comunicación enaltecen el problema, que en sí mismo ya es bastante grande. Surge nuevamente el temor de la crisis económica, a una tercera guerra mundial, de morir, pero nadie sabe que esos temores no tienen que ver con eso que sucede, por mucho que pensemos que la raíz del temor se haya en los acontecimientos que nos ocurren.
En el origen del miedo está el mal en su esencia, y éste conduce si no lo detienes a agredir, y siguiendo la rueda de nutrición de los elementos de la medicina china, después desemboca en arrogancia y soberbia, seguida de obsesión y culminada en un fanatismo que conduce a la autodestrucción.
La realidad es que cualquier tipo de miedo se anida muy profundamente en el mal. Sí, suena raro verlo desde ese ángulo, pero la fuente del mal está llena de pavor. No es ira, no es agresión. Es miedo. El miedo cuando no es sanado se convierte en agresión, y siguiendo la rueda de nutrición de los elementos según la medicina china, si ésta no es sometida, nos lleva a la arrogancia, a la soberbia, de creernos que podemos imponernos a otros a través de la fuerza, pero esto no se queda allí, ya que a raíz de ello si no es frenado se genera una nueva degradación de los elementos que nos conduce a la obsesión, a hacer del tema un modo de pensamiento continuo y compulsivo, en donde todo gira a su alrededor, y si este penúltimo nivel no es restringido, terminamos convirtiéndonos en fanáticos del tema. Y es así como desde el miedo terminamos haciéndonos daño a nosotros mismos, convirtiéndonos en kamikaces dispuestos a perder la vida por ideas sin sentido, porque ninguna idea por buena que sea merece que la vida sea acortada o que terminemos relaciones y vínculos nutritivos o sociales con las personas de referencia que nos rodean.
Contrariamente a lo que piensas, el odio no suele ir acompañado con golpes, sino el miedo convertido en agresión. Detrás de una agresión está un miedo. Si no puedes esquivar una amenaza lo que haremos es agredir.
Ahora bien, es posible que no veas que el mal es solo y únicamente miedo. Pero te daré muchos ejemplos para que veas que es así. Cuando alguien golpea, ¿crees que lo hace por odio o porque teme que algo de sí mismo se vea afectado?. El odio no se manifiesta con golpes. Para nada. El odio se manifiesta con desamor, con rechazo, con ira, pero generalmente no agrede físicamente. El odio rara vez pelea, si lo hace es para defender, y detrás está el miedo. El que agrede a otro tiene detrás oculto el temor de perder algo valioso, pero contrariamente a lo que se piensa, nos parece que el miedo no genera agresividad, craso error. El miedo conduce casi siempre a atacar al otro. Es verdad que a veces nos paraliza, o nos lleva a huir, pero si encontramos de frente al agresor, y no podemos esquivarlo, lo que haremos de inmediato es agredir.
Nos creemos que ante el peligro el miedo nos protegerá, pero eso no es real, lo que sucederá es que reaccionaré desde lugares insanos, y puede que en lugar de remediar la situación la empeore.
Claro que el miedo a veces nos protege del peligro y en ese sentido, desde el punto de vista psicológico es adaptativo, pero lo que está claro es que los miedos no se pueden utilizar para eso, ya que en realidad no protegen. Nos pensamos que el temor evitará que algo nos suceda, pero la verdad es que podríamos simplemente mantener una prudencia serena y guarecernos cuando el sentido común lo indica y ya está. Realmente el miedo en sí mismo nunca protege, hace que nuestra manera de hacerlo sea a menudo insuficiente e ineficiente, cuando no, incluso temeraria, cometiendo actos que aumentan el peligro en vez de aminorarlo. Si por ejemplo alguien nos ataca y devolvemos el ataque por miedo, podríamos morir de un disparo si el otro empuña un arma. La manera de reaccionar ante el miedo es muy diversa, y no dudo que me empuje a hacer algo para protegerme, pero no lo hará de la manera ideal en la mayoría de los casos.
El miedo en realidad si lo analizamos con profundidad veremos que es siempre mental. En cristo encontramos un claro ejemplo de cómo el amor le hizo enfrentar su propia muerte sin temor, aunque había una amenaza real. No podemos huir de los riesgos, que si analizamos hondamente son pruebas para ayudarnos a ver la realidad de los fenómenos.
La verdad es que en contra de lo que dicen los psicólogos, el miedo no sirve para nada. No es irreal que se pueda vivir sin él, se puede conseguir, solo hace falta ver como vivió cristo, sin miedo a la muerte. No la quería, obvio, pidió al gran Dios si podía retirarle ese momento a tan corta edad, pero no temió, fue dócil, coherente con su verdad hasta el final, ¿por qué?, porque estaba lleno de amor. El miedo al contrario de lo que la psicología dice no protege y es siempre mental, y nunca real. Porque la realidad suprema es que podemos morir en cualquier momento de la manera más inesperada e inimaginable, no podemos garantizar que no habrá riesgos, siempre los hay. No los podemos controlar todos para evitarlos. Si lo intentásemos, solo nos estresaríamos y terminaríamos enfermando. Ahora que sé que en realidad vivo todos los días en la incertidumbre de si viviré, ¿he de temer para protegerme?, menuda insensatez. Si comprendes la muerte con profundidad así como todo a lo que temes, verás que no hay motivos reales por los que tener miedo, son todos motivos mentales. El miedo no sirve para nada más que para sufrir.
En el paradigma de las relaciones personales, una persona que ha dejado de amar a su pareja oficial, no la deja por cobardía, por temor a perder algo valioso para éste con la ruptura, y en su lugar agrede sutilmente empujando al otro a que le deje.
Otro paradigma, pero con un reflejo en las relaciones personales, es por ejemplo cuando alguien es infiel pero no termina su relación con la persona estable que ha dejado de querer. ¿Crees que es lealtad hacia su pareja oficial a la que ya no ama o cobardía?. ¿Crees que es temor a que resulte dañada la persona que deja o no es quizás más el miedo a sentirse juzgado o a perder algo valioso a través de la ruptura?. Si has sido infiel, el temor de ser acusado puede ser tan grande que despierte la agresividad. Puedes atacar a tu pareja engañándola, haciéndole creer que es ella la que falla, o llevándola a sentirse ruin contigo por no corresponder a tu infidelidad dejándote. Lo que has de hacer es asumir que no la quieres y retirarte. No es justo que recaiga la responsabilidad de la ruptura en el otro si eres tú quien ha dejado de amar.
El camino ante el miedo no es nunca agredir de ninguna manera, sino amar, y en este caso de la relación rota, es actuar con coherencia y verdad asumiendo responsabilidades y liberando a todos de vínculos de dolor y sacrificio.
Quizás nunca estuviste realmente enamorado de esa persona y simplemente te vino bien en un momento de soledad, y en cuanto se presentó la persona que realmente te gustaría cerca, la engañas, pero no eres capaz de remediar el mal de tú infidelidad, sino que dañas a la nueva persona y a la que no te atreves a dejar por miedo. ¿Es eso amor?. En lo absoluto, es cobardía. ¿Se remedia paralizándote?, no, ¿agrediendo?, mucho menos, ¿culpabilizando para que el otro te deje?, menuda injusticia, ¿huyendo sin explicación?, qué despropósito y daño profundo para los dos. Has de explicar con sinceridad que ya no deseas estar a su lado. Eso es amor. ¿Por qué decirle a alguien la verdad por dura que sea puede ser amor?. Muy sencillo, porque así liberaras tanto a esa persona como a ti de un vínculo que produce dolor y sacrificio para ambos y para quien sea que esté implicado. Y esa libertad sí que es la otra cara del amor.
Quien tiene temor a ser dañado no puede amar, así de estrecho es el vinculo del amor y el miedo. Por eso el que teme el desengaño en una nueva relación, rechaza y así agrede sutilmente, en vez de descubrir de qué huye y manifestar con sinceridad que es éste quien tiene el problema y no el otro.
Veremos cuan vinculado está el miedo con el amor también en el siguiente ejemplo sobre las relaciones. Conoces a alguien, te gusta mucho, quieres conocer a esa persona, pero en cuanto la persona comienza a expresar simpatía e interés hacia ti, huyes sin explicación porque temes un desengaño. Puedes incluso y hasta agredir al huir. ¿Te piensas que puedes amar con miedo a ser dañado?. Imposible. Si temes ser dañado, jamás amaras. Solo podrás amar a la persona que crees que te hará bien. Sino en lugar de amar agredirás. Podrías terminar diciéndole a esa persona con la que te lo has pasado bien, que en realidad no te interesa conocerla, o rechazarla cuando de verdad te caía bien. Rechazar es un modo de agredir muy sutil, aunque a veces pensamos que es honestidad cuando se expresa neutralmente y sin enfado, pero lo honesto quizás hubiese sido decirle “lo siento, no puedo verte porque no me encuentro bien conmigo mismo y tengo que averiguar qué me sucede”. Pero no, en vez de asumir que el miedo es una pelota encima de tu tejado lanzas agresión al tejado ajeno rechazando a quien en realidad era solo amable contigo. ¿Qué te ha empujado a rehusar ver a esa persona simpática con la que te lo pasabas bien?. ¿El odio, el desamor o el miedo?. ¿Hay amor?. Claro que no.
El amor transforma la ira en paz y reconciliación, eso todo mundo lo sabe, pero lo que no se ve con claridad es que el miedo es la base de todas las emociones negativas, que en su raíz esta el mal y que el antídoto es el amor.
Hay muchos ejemplos de cómo el amor puede transformar la ira en paz, sí, pero lo que nadie nos ha dicho es que es el antídoto perfecto contra el miedo. Detrás de éste último se esconden muchas agresiones. La realidad es que el miedo es la base de las emociones negativas y allí no hay nada más que el mal. Así de sencillo. ¿No existe el mal?. ¿Es una película?. No sé tú que piensas, pero estamos en la dimensión física, en donde todo naturalmente se ve dualmente, en donde todo se mezcla y se separa a la vez, en donde el yin y el yang juegan entrelazándose para llegar a fundirse en uno, pero no pueden mantenerse unidos más que unos segundos, para volverse a separar, y a mezclar, y a separar, y así infinitamente. Hasta que sí, llega al final el vacío.
Lo contrario del miedo no son la confianza o el valor, sino el amor, y los frutos de este último son realmente muchos, entre ellos la valentía y la confianza de base que nos guía hacia el mejor resultado.
En fin, no voy a dar lecciones de nada, pero yo aprendí a los 7 años que lo contrario al miedo no era la confianza, ni siquiera el valor, sino el amor. La realidad es que la confianza y el valor son frutos del amor, igual que el perdón auténtico, pero no es lo que por sí solo puede contrarrestar el miedo hasta anularlo. Claro que he tardado más de 40 años en ser consciente con plenitud de lo que realmente me paso, pero ese acontecimiento en mi vida ejemplifica muy bien lo que te digo y te lo comparto, para que descubras que es el amor lo que desvanece el miedo, y al hacerlo nace la confianza y el valor.
Con 7 años viví el miedo a morir mientras conducía una minimoto en un circuito cerrado que termino en un accidente.
Cuando tenía 7 años fui durante la fiesta de año nuevo a un sitio en donde había un circuito cerrado con motos pequeñas. Mi padre nos sugirió a mi hermano y a mi montarnos, pero yo no era tan lanzada en aquella etapa de mi vida, sino más bien, bastante tímida y hasta huidiza. Tan es así que, en vez de declinar la oferta, acepté para complacer a mi padre, y el temor me impidió escuchar con atención cómo funcionaba la moto. El resultado fue que en cuanto monté y me puse nerviosa, en vez de frenar aceleré cada vez más hasta que salí volando y terminé accidentada rasgando el lateral derecho de mi cara sobre el terreno.
Gritaba de pavor pensando en que moriría hasta que mi padre se coló en la sala en que sola sufría mis heridas, y al ver su amor en su mirada y sonrisa, entró en mi inmediatamente la paz profunda que me llevo a aceptar con gratitud el dolor físico, desvaneciendo todo temor a morir sin saber si realmente salvaría la vida.
Mi padre inmediatamente acudió a ayudarme, y yo temblaba literalmente de miedo. Aquel día pensé al soltar el volante de la minimoto que moriría y simplemente pedí perdón por haber quizás faltado alguna vez a mis padres, cerré los ojos, y lo siguiente que recuerdo es a mi padre llevándome en brazos al hospital y yo poniendo mi mano sobre la braga para que nadie la viese. Estando en el hospital, me dejaron sola en una sala, sangrando mucho, y llena de contusiones. Mi miedo a morir no había desaparecido. Pensaba que moriría ese día y no paraba de gritar y gritar de espanto y horror por lo que iba a suceder. De repente, mi padre conmocionado por la manera en que me escuchaba gritar, se salto los controles y se asomó a la sala con una sonrisa. Fue ver a mi padre mirándome así, que sentí su amor en mí, y de repente, como por arte de magia, me serené, acepté el dolor físico y dejé de llorar y gritar de horror inmediatamente. Al poco vino la enfermera y el médico y me suturaron con hilo, y dolía mucho, pero aceptaba ese dolor, porque ya todo estaba bien, estaba con mi padre, era amada, todo estaba por fin resuelto.
Tardé unos 40 años en ser consciente lo que el amor hizo en mi con 7 años cuando temí morir por aquel accidente en moto, pero sé ahora que el amor desvaneció mi miedo.
Tardé toda una vida en comprender que lo que sano mi miedo fue el amor de mi padre dibujado en esa sonrisa y en esa mirada llena de cariño. No era confianza, era amor. En realidad, seguía sintiendo dolor por mis heridas. La verdad es que no sabía si realmente iba a sanar, pero tenía el amor de mi padre y eso bastaba. Fue así como lo viví, y como al recordarlo aún me emociona ligeramente, aunque cuando empecé a rememorarlo hace unos años, al principio se me llenaba el rostro de lágrimas de amor, porque también se llora por amor. En realidad, se puede llorar por muchos motivos, pero el llanto por amor, es muy dulce, es suave, no hace daño, no duele, consuela, y enternece, es bello en sí mismo, y tremendamente conmovedor para quien lo siente y lo percibe desde la cercanía. Si lloras, que sea siempre de amor.
Hoy en día el miedo es notorio, el de la muerte, el de perder la libertad. Como quiera que sea la realidad es que no podemos atacarnos por ello, mucho menos suicidarnos por la desesperanza de que nada podrá mejorar, sino amarnos y desde allí sanar.
En fin, ¿qué pasa ahora en el mundo en donde todo mundo se radicaliza?. Que tenemos miedo. Miedo a morir. Miedo a perder la libertad. Miedo al futuro. ¿De dónde nace la pérdida del sentido en la vida tan común en nuestros días que lleva a los más jóvenes a suicidarse?. Del miedo. No es el dolor, ni el sufrimiento por algo que ha sucedido, sino por el temor de que eso terrible que vives no pasará. Pavor de que el mundo cada vez vaya a peor, vivir en la dolorosa incertidumbre de si el planeta podrá adaptarse a los daños que le infligimos. La terrible perdida de los medios de subsistencia, que tememos no poder recuperar porque todo anda muy mal. Ante ese miedo, sufrimos, y en última instancia nos suicidamos frente a la impotencia de que nada podrá mejorar, una desesperanza en donde tocamos el sin sentido de nuestra existencia. Todo eso en el origen está lleno de miedo.
Claro que para salir de la rueda hacia la que nos conduce en su origen el miedo, es necesario amar auténticamente y ello supone renuncias que no siempre estamos dispuestos a realizar, como aceptar que podemos perder eso a lo que nos agarramos, ya que no hay nada que podamos sujetar para siempre.
Por eso el mal en realidad en su base está colmado de miedo. Y éste lleva a agredir, y luego a actuar con soberbia y arrogancia, para dar un giro hacia la obsesión terminando en el fanatismo de cualquier clase y especie, que provoca autodestrucción y daño a muchos niveles. Si quieres romper ese círculo que gira y gira sin esperanza para quien entra en él, solo hay que amar, pero amar en mayúsculas. ¿Y eso que implica?. Muy sencillo, renuncias, sí, el amor está lleno de renuncias. No podemos amar de verdad si no renunciamos, sino aceptamos perder algo que queremos proteger, y que en realidad está a salvo, o que no es tan importante a la luz del amor que todo lo repara tarde o temprano. Nos preocupamos por cosas que quizás nunca sucederán, pero el temor a que ocurran nos impide amar, de allí que el mal está lleno de miedo, y para contrarrestarlo hace falta amor autentico.
Cuando te resistes a hacer lo que el amor haría, como decir con honestidad la verdad de que no quieres algo, lo que sucederá es que la vida te empujará con más fuerza y hasta a veces con violencia, y en última instancia nos frenará con nuestra muerte.
En el ejemplo de la persona que es infiel y ha dejado de amar a su pareja estable. Si quieres ser feliz, di la verdad, sé honesto, sé capaz de responsabilizarte por lo que sea que hayas hecho y di “no quiero seguir contigo”. No hace falta ni siquiera que confieses la infidelidad, pero sí que seas coherente con lo que sientes de verdad. Eso te liberará, y entonces el amor brotará, y el miedo quedará totalmente disipado. Cuando más te resistas a dar ese paso de honestidad, peor, la vida te torturará una y otra vez hasta la muerte, esa es la sinrazón de quien desde el miedo ha llegado a la agresión de pretender que sea el otro el que se responsabilice de una ruptura que nace en ti, de la arrogancia de hacerle ver a otro errores que comete pero que no son la causa de la ruptura sino los tuyos, de la obsesión de estar pensando día y noche en lo mismo, del fanatismo de agredirte antes de decir la verdad.
En cualquier división por ideologías como el aceptar o negar que una vacuna sea necesaria, el miedo anidado en su origen que generó la división se desvanece con amor, respetando la libertad de pensamiento, conduciéndonos a la unidad y a fórmulas resolutivas más creativas en vez de atacarnos y agredirnos entre nosotros.
En el caso del miedo a morir que nos conduce a luchar entre nosotros, que rompe vínculos por enarbolar ideologías distintas, una de ellas la relacionada por ejemplo con la vacuna del covid: “yo creo que es mejor la vacuna” enfrentado a “yo considero que lo mejor es no vacunarse”. ¿Cuál es la solución a esa división?. El amor. Cuanto más luchemos entre nosotros para escaparnos de ese temor a la muerte, lo que haremos es solo hacernos daño sin remediar nada. Unos diciendo algo. Otros lo contrario. Ambas posturas con sus medias verdades y con sus falsedades. Todos ignorantes de que ninguno posee la verdad absoluta. ¿Qué debemos hacer?. Decir la verdad de que nadie sabemos en realidad si la vacuna será la peor solución o la mejor escapatoria. Tenemos que darnos cuenta de que no podemos obligar a nadie a adoptar la medida con la que me quiero proteger. Esa libertad concedida desde lo profundo al otro para que elija lo que quiera según su parecer, es la que representa la cara del amor. Y es así como entre diferencias, nos uniremos efectivamente para sanar de verdad la raíz del mal: el miedo. Un miedo que despierta violencia y que termina perpetuándose en un fanatismo autodestructivo.
Detrás de la conquista de tierras que tanto dolor siembra no hay más que miedo a perder la libertad siendo invadido por alguien más fuerte que yo. Y el miedo detrás de alguien que por cobardía no rompe una relación puede tener sin embargo causas muy diversas.
Otro ejemplo menos actual pero muy claro es como el miedo ha terminado por conquistar tierras y tierras, sin que nada sea suficiente. ¿Cuál es el miedo de base?. Que otro más fuerte me venga a quitar lo que más amo, la libertad. Ese miedo, que es mal, no tiene más origen que la perversión de no querer amar la verdad. Si amamos, podremos liberarnos, y haciéndolo podremos ser felices. Pero nos agarramos a eso que quizás me protege que en este caso es tener más y más tierras. En la situación de la persona que es infiel y teme dejar a su pareja oficial con quien ya no quiere realmente seguir pero no se atreve a dejar, el temor puede tener diversos orígenes dependiendo de la personalidad y situación de cada uno, pero para algunos puede ser el temor de perder económicamente algo que le da el sustento necesario acorde a sus necesidades actuales, o el cariño de sus hijos, o a que éstos sufran, o a ser acusado o enjuiciado, o el de decepcionar a mi pareja nueva y oficial y perder la imagen afable que los demás tienen de mi. ¿Qué pasa si renuncias a eso?. Si aceptas completamente que eso podría pasar porque hay algo más grande y auténtico que te empuja a seguir en esa dirección en el camino de la verdad, lo superarás, podrás amar, y entonces te liberarás, y podrás vivir más ligero y con una proyección de futuro muy alentadora. Quizás ocurra que no haya que aceptar luego nada, porque todo era una fantasía más o menos bien argumentada por tu raciocinio de lo que podría suceder y que probablemente no pasará.
Cuando comprendamos de verdad que en el origen de los actos malignos de otros o nuestros, está solo un miedo que se contrarresta con amor, podríamos construir un mundo de paz real y no uno que como máximo solo aparenta una paz que esconde soterradamente el sufrimiento de muchas personas.
Si comprendiésemos con profundidad que es el temor lo que está en la base del mal que el otro nos inflige podríamos perdonarlo más fácilmente y buscar formulas de unión y reconciliación. Si alguien sanguinario nos mostrase el origen de su mal, probablemente le miraríamos con compasión y en vez de devolver su agresión, lucharíamos por amarle mejor, pero no atacando sino diciéndole quizás su verdad, pero no con enfado, no con juicio, sino movidos por un amor que desborda los confines más allá de lo imaginable y que puede transformar el mundo en un lugar de paz real y no de sufrimiento soterrado que es la paz que hemos construido en el mejor de los casos.
Nadie hasta ahora ha escapado de la muerte del cuerpo físico que tanto miedo genera, y que es la raíz de muchos actos que causan dolor y agresión. Ni los alquimistas es su día, ni los transhumanistas en la actualidad han descubierto que en realidad su Ser real no morirá y que perseguir la inmortalidad del cuerpo físico es un absurdo que conduce a la auto condena de su propia felicidad durante y después de su vida.
La vida en realidad no ofrece garantías, salvo que un día moriremos. Sin embargo, no solo no aceptamos la incertidumbre, la impermanencia de todo, y nos agarramos a nada, porque no hay nada que realmente puedas agarrar de verdad. Todo es la ilusión de creerte poseedor de algo que en el fondo no es tuyo y que seguro perderás un día. Cuántas cosas hacemos para bordear la muerte que tanto miedo nos da, sin comprenderla con profundidad, sin entender que no es más que la transición del Ser a otro estado en donde comprobaremos que nunca moriremos en realidad. Sin embargo, en la historia de la humanidad empezando con la alquimia y terminando hoy en día con el transhumanismo, las personas más ricas han buscado la inmortalidad del cuerpo físico. Da igual su precio, pero vivir para siempre, aunque eso suponga comer píldoras todos los días y verme convertido en media máquina. Una distopia irrealizable, ya que nadie puede sobrevivir como máquina, y si lo consiguiese, su existencia sería absolutamente mísera, porque ninguna maquina puede albergar amor, ni consciencia, ni vida real, por lo que está abocada al sin sentido por el que terminará desenchufándose.
Espero que hayas con tus propios ejemplos deshilvanado cómo detrás de todo el mal que se hace en la tierra de cualquier clase está en su origen causado por el temor a algo, y que solo el amor puede desvanecer ese miedo.
En fin, deseo que con los ejemplos anteriores puedas haber reflexionado con tus propios ejemplos personales, que en la raíz del mal está el miedo, y que de éste se derivan los posteriores desequilibrios que en última instancia nos llevan desde la agresión, a la autodestrucción y al desastre. Al sufrimiento más letal que si no frenamos nos conducirá a la muerte tarde o temprano, a esa muerte que tanto temíamos, o a lo que sea de lo que escapábamos. Si queremos dar la vuelta al miedo, en unos tiempos de adversidad para encontrar el sentido en la vida, solo necesitamos amar, haciendo las renuencias necesarias, sabiendo que, en la base, el amor autentico es lo único que nos liberará y nos dará una vida con sentido, que merecerá la pena ser vivida. Lo demás es solo sufrimiento. Si el amor quita el miedo, ¿a qué esperamos?. Atrévete amar.
Si el amor construye, y el miedo destruye en todas sus variantes, te animamos a que te atrevas a amar, porque la renuncia que supone el amor autentico en realidad no es tan grande como parece. Gracias.
NOTA: Si te ha gustado el artículo te invito a que dejes un comentario y o que te suscribas. Para hacer esto último basta con un nombre o nick name y tu dirección de email. No es necesario poner más datos si no quieres. Esto ayudará a avisarte de nuevos artículos. Puedes hacerlo o bien en la sección de abajo, que aparece debajo de comentarios si lees desde un móvil, o en la columna de la derecha, arriba al lado de la primera foto, si lees desde un portátil o una tablet. Gracias por ayudarnos a aumentar la consciencia de las personas difundiendo estos artículos entre las personas que puedan valorarlo. GRACIAS GRACIAS GRACIAS.