Si quieres ser amado a qué esperas

La vida se nos va y esperamos a que algo suceda para empezar a ser felices. Pensamos que podemos empezar a vivir sin haber antes amado, y eso es sencillamente imposible. Si crees que amas tendrás que preguntarte qué deseas a las personas que más amas. Coge ahora mismo un folio y escribe una lista que lo que deseas para esa persona que más amas. Si, por ejemplo, no deseas para ella la libertad de no elegirte si no te ama, o si no eliges para ella que pueda ser feliz, aunque tú no lo seas, o no eliges para ella que tenga esa pareja que quizás tú no tienes, o que tenga el dinero necesario para vivir cómodamente, aunque tú ganes un dinero inferior, o si no deseas que cumpla sus deseos de amor sean los que sean, entonces no la amas de verdad.

Si no deseas en mayúsculas el bien del otro, es que no la amas en realidad y que hay egoísmos, temores, celos y hasta una envidia a trabajar.

Mucha gente cree que ama y en realidad su querer está lleno de egoísmos, temor, celos, envidia, y ni siquiera lo sospechan. Si crees que amas de verdad hazte la prueba anterior. Si hay una sola cuestión positiva que no deseas de corazón para esa persona amada, significará que en realidad no la amas, aunque creas que es muy importante para ti. Y es una pena, porque si abres el corazón hacia esa persona querida, te darás cuenta de que tu felicidad automáticamente crecerá.

A veces las personas que nos aman ponen barreras y no demuestran ni entregan su amor.

Tengo experiencias muy cotidianas, en las que observo que personas que se supone te aman muchísimo, en realidad hacen cosas que demuestran lo contrario, y lo que es peor, a veces lo hacen conscientemente, porque saben que no quieren que yo sepa que me quieren en realidad muchísimo. En lugar de demostrar su amor tal cual lo sienten, ponen una barrera a sus sentimientos porque no te quieren entregar ese amor que sienten por ti. ¿Es extraño?. No lo es en lo absoluto.

Hay gente que prefiere ser amada que amar, y no se da cuenta que en ello perderá la oportunidad de experimentar lo mejor.

Conozco gente que me dice que prefiere que la amen a amar, y aunque siempre me ha preocupado eso de esas personas, éstas creen que son más felices siendo amadas que amando, pero la realidad es que se equivocan. El amor te da una fuerza que nadie te puede quitar. El amor te da una alegría que solo el desamor puede empañar. El amor te da una pureza que nada puede ensuciar. El amor te da todos los dones que emergen de él, como la bondad, la generosidad, la libertad, la gratitud, el perdón, la aceptación, y todo aquello que anhelas tener y que no tienes porque no quieres amar de verdad.

 

Querer ser superior a otro, los temores de ser dañado y hasta la incapacidad de ver que es amando como se alcanza la plenitud, hace que la gente no quiera amar.

¿Qué hace que queriendo a alguien no le ames de verdad?. ¿Cómo una madre puede amar a una hija y no demostrárselo en casi ninguna actitud?. Te lo voy a decir, las ansias de ser superior que el otro, o el miedo de ser dañado, o simplemente su incapacidad de ver de qué es amando como será plenamente feliz, todo ello impide que una persona entregue y o muestre amor a pesar de querer mucho a alguien. Realmente pocas personas aman de verdad en mayúsculas. La mayoría se conforman con querer, pero no dar, con esperar que los otros te den para entregar un poco de ti.

Las personas que desean ser superiores no quieren mostrar una vulnerabilidad de la que en realidad nadie puede escapar, ni los que aman ni lo s que no lo hacen.

El egoísmo de querer ser superior se denota por muchos aspectos, uno de ellos, es no querer mostrar debilidad en la relación con el otro. No decirle al otro que su amor es muy importante para ti, y que si te falta podrías resultar muy dañado. Pensamos que, si me escondo, el otro no verá la vulnerabilidad que en realidad no está superada en nadie, ni en los que no aman ni en los que aman. Hay una vulnerabilidad en todos que no permite que nos distanciemos de los más queridos. Sin ella, seríamos islas, como ya de echo somos muchas veces al tener cubiertas de manera individual ciertas necesidades económicas.

La realidad es que todos necesitamos ser amados íntimamente, hasta las religiosas célibes. Da igual el motivo todos necesitamos amor satisfactorio.

La autonomía es real, la autosuficiencia no. Todos necesitamos de todos. No solo porque somos seres sociales, sino sobre todo porque ansiamos la unión con el otro a nivel íntimo. Incluso las religiosas célibes, esconden dentro de su Ser el deseo de ser amadas íntimamente, y no sienten todo lo que podrían sentir porque no quieren tocar la soledad a las que le somete un celibato que ellas creen que es elegido, pero que en realidad viene impuesto por las circunstancias de la vida, y no tanto por una organización corta de miras que pretende ser dueño de la voluntad de muchos seres que han nacido libres.

Los religiosos hoy en día se permiten ciertas licencias de libertad, pero no todos. No se puede negar el amor a nadie.

Si fuese religiosa no podría decir nada de esto, aunque lo sintiese. Si fuese religiosa no tendría que explicar nada, y a la vez tendría que explicarlo todo para que se entienda mi posición. Nadie debería tener que explicar nada para hacer lo que genuinamente quiere hacer. Esa es la realidad. Y si tienes que explicar demasiado, puede ser que en el fondo no esté permitida esa libertad de la que te quieren convencer eres dueño. Aunque conozco algún religioso tanto mujer como hombre que viven su vocación desde una libertad auténtica, no sin a veces tener que ocultar cosas que deberían permitirse como normales.

Si no has amado aún, estás incompleto. El amor hace que la mera existencia del otro sea motivo de alegría. Hace que le aceptes incondicionalmente en toda situación, con sus defectos y errores.

Ahora bien, si no has amado nunca de la manera en que te describo en el primer párrafo, es decir, deseando el bien del otro en mayúsculas, significa que en el fondo no eres una persona completa, significa que en el fondo está pendiente de realizarse en tu vida algo maravilloso, que cuando se experimenta, la sola existencia y o presencia del ser amado es motivo de alegría. Saber que, si de repente estás solo y entrase por la puerta sin ser vista esa persona amada, tú corazón saltaría de inédita alegría con solo verla, incluso aunque si la hubieses visto ya ayer. Eso es lo que sucede al amar. También sucede que aceptas incondicionalmente su personalidad, sus defectos, errores y situaciones diversas, y no hay nada que pueda hacer que cambie tu amor por esa persona.

La muerte no rompe los vínculos amorosos correspondidos. No generes una ruptura de éstos en vida porque solo traerá un sufrimiento innecesario y sin sentido.

Ni siquiera la muerte rompe los vínculos de un amor verdadero, por eso es importante que no rompamos los vínculos artificiosamente en vida, porque la realidad es que los vínculos del amor se mantienen al cien por cien por siempre. No merece la pena que el rencor o que los malentendidos te separen de nadie a quien hayas amado en cierto grado, si a la vez has sido correspondido. Claro que si no hay correspondencia el vinculo se terminará rompiendo, y te alejarás tarde o temprano sin más, pero si eres amado en un cierto grado, aunque esa persona no quiera entregar su amor, el vinculo se mantendrá por siempre.

Para que todos salgamos ganando, es necesario que ambas partes amen, o habrá dolor para las dos, y esperar a que el otro aprenda a amar es una tarea difícil.

Para que los vínculos sean fuente de recíproca satisfacción y no de sufrimiento, es necesario amar en mayúsculas ambas partes, sino, el dolor se apoderará de las dos personas en un cierto grado. Basta con que uno falle en el amar, para que los dos sufran. Eso es lo que te puedo decir. Amar duele cuando el otro no entrega lo mismo en el mismo grado. Por eso es verdad que amar sin más no es fácil, porque supone aceptar el ritmo de desarrollo en la capacidad de amar del otro, y puede que ese nivel evolutivo no llegue tan fácilmente, y no queda más que tapar ese dolor, porque de lo contrario estaríamos en pena día tras día.

Para amar es necesario vaciarnos de nuestros egoísmos y querer entregar, sino habrá dolor tarde o temprano.

El amor que todos ansiamos recibir, ya lo tenemos. Es así de sencillo. Pero si no lo entregas palidece. Si quieres amar y no deseas que el otro ame, entonces tampoco amas al cien por cien. Lo interesante del vinculo es amar y ser amado al cien por cien ambas partes. Si el que ama siente que el otro no podrá amarle por falta de amor, se equivoca. El amor nunca falta. Lo que sucede es que no queremos mostrar el amor o darlo por algún motivo erróneo que debemos descubrir.

En las relaciones a menudo surgen juegos de poder que impiden que se dé el amor, especialmente en personas que se sienten superiores que ansían controlar lo que sucede en el vínculo.

Las personas que se sienten superiores no quieren amar porque piensan que así pueden controlar lo que sucede en el vínculo. No se entregan. Luchan contra sus sentimientos. Se aferran al poder. Se dice que en toda relación se dan unos juegos de poder, que hasta que estos no ceden por si solos, no emergerá el amor. Y en toda relación se da este juego, hasta en las más insospechadas, entre padres e hijos, entre hermanos, con la pareja, entre amigos. En fin, nadie está libre de sufrir en cierto grado el deseo de poder sobre el otro cuando no está en amor.

Para amar bien es necesario olvidarnos un poco de nosotros y poner al otro primero. La paradoja es que cuanto más me amo a mi mismo, más pongo al otro delante, ya que estaré amando mejor.

Si quieres amar, debes olvidarte de ti mismo. Claro que siempre se nos dice que lo primero somos nosotros, y que sin amarnos a nosotros mismos no podemos amar al otro. La paradoja es que siendo esto totalmente legitimo y verdadero, la realidad es que cuando llegas allí y entregas amor, terminas poniendo al otro primero, pero no olvidando el amor hacia ti, sino que tu amor no te permite ponerte por delante cuando la invitación de la situación es la de ceder para dar prioridad al amado. Por ejemplo, si quieres a una persona que necesita algo que tu tienes, querrás que lo tenga antes que tú.

Dar cuando nos amamos a nosotros mismos produce la alegría de beber la felicidad del que recibió. La realidad es que al amar uno cede su voluntad para amar mejor al otro.

Queriendo ser normalmente los primeros, cuando amas a alguien, cedes el paso, le entregas lo que más quieres, y dejas que disfrute de ello. Y la diferencia de dar algo cuando no te amas lo suficiente, con respecto a darlo amándote, es que esa entrega, en el último caso, produce una gran alegría. No hay sufrimiento, porque bebes literalmente de la felicidad que tiene el otro por haber obtenido algo esencial que tu has podido entregarle. Por eso es difícil entender que el que ame no entregue. Como también es difícil entender que el que ame no resulte vencido ante el otro.

El amor hace que mueran los egos más resistentes y florezca la vida real.

La realidad es que el amor nos vence, hace que algo en nosotros muera, para que florezca algo mejor. Los textos religiosos lo dicen, “hay que morir para vivir”, pero no entienden que esa muerte no tiene que ser física, sino la del ego, que se vence ante la majestuosa y omnipotente fuerza del amor. Por eso el amor vence siempre tarde o temprano. Su fuerza termina desarmando hasta a los egos más resistentes.

Para que nuestro amor interior no palidezca, es necesario que no nos resistamos al amor que brota naturalmente desde dentro hacia afuera, o sino todo sentido de tu existencia se perderá.

Ahora bien, si a pesar de haber encontrado una persona que te ama así, insistes persistentemente en no querer entregar, demostrar tu amor y dejarlo que crezca al mismo nivel, entonces serás llamado a sufrir mucho. Esa es la realidad. Solo ese sufrimiento de ver alejarse a quien amas te dará un día la sabiduría de que no debes bloquear de ningún modo lo que naturalmente brota de tu Ser, o si no tu amor propio, el que te acompaña interiormente, palidecerá y te verás sumido en una especie de vida vacía y hueca que habrá perdido todo sentido de su existencia, lo cual a su vez es un despropósito total, sobre todo si ya tenías al gran amor amándote desde fuera a través de otro, y dentro a través de ti mismo.

No es fácil para quien ama ver cómo los que se niegan a amar cavan su propia tumba y terminan dejando pasar sus días de un modo gris y sin ilusión.

Es muy doloroso para quien ama incondicionalmente a alguien que no entrega ni muestra su amor, verlo palidecer día tras día. Es francamente doloroso ver como termina sus días de un modo gris, sin ilusión, sin alegría, sin deseos de vivir, y dejar pasar los días sin más. Aquellas personas han muerto, pero de un modo terrible. No han muerto en ese renacer de alegría. Han muerto para cavar la tumba del amor en su existencia. No temas, si crees que alguien puede caer allí, te puedo decir, que si la amas, volverás a rescatarla una y otra vez.

Si aun está en tu interior algún anhelo de amar y ser feliz, la ayuda te llegará, y serás amado por alguien para conseguirlo, pero deberás aprovechar la oportunidad.

Es verdad que, para ser rescatado, es necesario que haya aun una llama interna, un anhelo de querer ser feliz, un deseo de querer vivir plenamente, solo así podrás recibir esa ayuda de quien te ha amado incondicionalmente. Si crees que nadie te ama así, puede que no conozcas todavía a esa persona, pero alguien puede llegar para encender esa llama. Si lo hace, aprovecha, no te resistas, entrega tu amor en esta ocasión, aunque sepas que amar a veces puede doler.

El dolor de quien ama es de un modo extraño suave, pero si hay desamor se genera una herida, aunque no perderá nunca su llama interior y podrá seguir amando otra vez.

¿Por qué merece la pena amar aunque a veces duela?. Muy sencillo, merece la pena, porque ese dolor no se siente igual que el dolor de no amar o de no ser amado. El dolor de amar se da colmado de paz. Las lágrimas pueden brotar generosamente sin apenas un susurro. Las lágrimas se abren sin más y dan paso a la paz. Claro que, si el dolor es debido al desamor, hay una herida que ha de ser sanada, y eso es más complicado de curar hasta que no encuentres una persona que te ame incondicionalmente como tú has amado, pero no volverás a dejar de intentarlo.

Lo trágico es el dolor de quien no ama, ese es cruento y seco, y aunque a veces se recurra a la lágrima del chantaje, muchos ya no pueden ni llorar.

Seguirás amando a pesar de esa herida, ya que no palidece tu amor propio e interno. El problema es el dolor de quien no ha querido amar, ese es seco, se puede simular cierto llanto para chantajear, pero no es un llanto dulce, ni que reconforte, es un llanto sin amor, ese llanto es cruento totalmente, aunque en la mayoría de los casos no se puede ni llorar.

Es mejor el dolor con amor que sin él, pero la vida siempre recompensa a quien ama, y le dará un amor idéntico que ningún egoísmo podrá frenar.

Por lo anterior, prefiero llorar con amor que, sin él, pero también es verdad que quien da recibirá tarde o temprano. Quien entrega el amor de verdad, encontrará en su camino una persona dispuesta a hacerlo también. Se reconocerán, y se amarán. Eso es todo. Si una no es libre, terminará siéndolo, para vivir la experiencia de amar y ser amado en mayúsculas. Y si es coaccionado a no tomar ese camino, su luz interior empujará con situaciones diversas la liberación para poder amar en plenitud. Eso es refiriéndonos al amor en pareja. El amor en realidad puede darse fuera del vínculo de la pareja.

El amor más altruista podría ser el de los padres, pero hay en ellos muchos despropósitos e intereses, aunque no sean sexuales, que frenan su amor auténtico hacia sus hijos.

Se dice que los padres son los que aman más incondicionalmente, craso error. Los padres en realidad simplemente no tienen intereses sexuales en los hijos, y los quieren de un modo más altruista, pero no es nunca un amor desinteresado. Los padres quieren ser amados, y a menudo vemos casos de celos con respecto a las parejas de los hijos y muchas cosas más. La realidad es que el padre que ama de verdad hace algo que no es fácil, y es dejar al hijo libre para Ser lo que tenga que ser, apoyándolo en todas sus circunstancias y situaciones hasta el final, sin pedir nada, pero recibiendo todo.

Si amas a una pareja, habrá interés sexual, y eso complicará todo bastante, pero eso no significa que no puedas ser feliz en pareja.

Si crees que es difícil amar así, has de preguntarte qué te frena, qué egoísmo te frena, qué temor. Si no hay egoísmo, ni temor, el amor fluirá naturalmente en esa relación, más fácil que en la relación de pareja. Ya que esta última en realidad no quiere ser satisfecha con el amor, sino que pide además sexo. Y entonces todo se complica más, ya que si el otro no produce el deseo o el placer que se requiere, será condenado a ser abandonado sin más. Por eso los hombres “en principio” no quieren dejar a las mujeres, sino que prefieren que sean ellas las que los dejen, porque saben que, si no tendrán un dolor colgando detrás de ellos todo el tiempo, y es el dolor del desamor.

Cuando hombre o mujer no se aman, y solo comparten el sexo, se debilitará su relación hasta que solo los una la conveniencia que les conducirá a sufrir si mantienen la unión.

Un hombre que no ama a su pareja y quiere dejarla, no hace igual que una mujer, que generalmente se verá más fácilmente impulsada a romper el vínculo. El hombre que no ama espera que la mujer le deje de amar, pero el problema es que en ocasiones la mujer no ama tampoco y a pesar de ello no siempre termina una relación que no funciona, sino que a veces se aferra al vinculo por determinados intereses. Claro que esos intereses también los puede tener él y verse empujado a tener una doble vida. En ese sentido, esa unión es un despropósito, ya que no hay amor en ninguna parte, sino conveniencia, y eso hará que la unión no dé alegría, ni dé los frutos maravillosos del amor, sino que el deseo terminará apagándose, será una fuente de infelicidad y profunda insatisfacción, cuando no de profundo sufrimiento, y las infidelidades estarán a la orden del día.

La sexualidad para la mujer en general es menos fundamental y podría aceptar continuar una relación por amor, con intimidad sin coito.

Si es la mujer que amando no tiene satisfecha sus necesidades sexuales, ha de preguntarse si es amada, porque el hombre que ama siempre la buscará de esa manera. Si éste por un incidente determinado psíquico o físico cree que no puede tener erección, la mujer también lo dejará si no lo ama, pero si lo ama, estará con él hasta el final, y esperará a que este hombre le de algo de alguna manera. Pueden ser muchos besos y abrazos amorosos, caricias intimas, hay muchas maneras de vivir la intimidad si se ama.

El sexo está sobrevalorado, porque sin el amor está vacío y termina siendo insatisfactorio.

Hace poco escuché de un psiquiatra amigo decir que “el sexo está sobrevalorado”, y es así. Una relación se romperá tarde o temprano si solo se apoya en el sexo, y sin embargo nunca se romperá el vinculo si hay amor, con independencia de que tipo de vinculo haya, si hay amor no se rompe. Hay parejas que han decidido seguir adelante juntas porque se aman, aunque no hay relaciones sexuales con coito, pero si tienen un grado de intimidad elevado.

El sexo se agota, el amor sin embargo crece con el tiempo, y así vemos uniones variopintas, como hombres muy mayores que tienen mujeres a su lado que siguen amándolos hasta el final.

El sexo da un placer que se va mermando, se va agotando la pasión, el deseo. Llega un momento que la pareja es más amigo que amante, pero el amor es justo lo contrario, crece y crece con los años, y hace que el vinculo sea muy satisfactorio. Conozco una pareja en la que él tiene 97 años y ella unos 25 años menos, llevan 55 años juntos, y sin embargo, aunque él está medio ciego, y casi sin poder caminar, mantienen un vínculo hermoso lleno de amor y de intimidad, y se protegen fuertemente el uno al otro. No hay nadie más importante que su pareja, y es evidente que ya no hay sexo en la actualidad por el estado físico de él, pero se siguen amando y disfrutando, y eligiéndose permanentemente, hasta el grado de que él ansia llegar mínimo a los 120, y ella hace todo lo posible para que llegue allí.

Otro ejemplo de amor es el de una pareja de un maestro que sigue unida a él a pesar de su fallecimiento, si bien, sé que volverá a amar y ser amada.

En realidad, los vínculos de amor son inmensamente satisfactorios, dan un sentido en la vida de gran plenitud. Conozco también el caso de un maestro espiritual que con 86 años tenía una pareja 30 años menor y que sin embargo ella se sentía colmada y afortunada como nunca en su vida de estar a su lado. El acaba de morir por covid el año pasado, pero siguen amándose. Ella sigue haciendo rituales de despedida un año después de su partida. Y su unión es muy fuerte, pese a la muerte de él. Ella seguramente volverá a ser amada y volverá a amar, porque es un gran ser de luz, como él.

El amor nos hace tratar al otro como sujeto de amor, no como objeto que nos sirve para satisfacer nuestras necesidades particulares y que rechazamos en cuanto algo no nos encaja a nuestra entera satisfacción.

En fin, la realidad es que, si hay amor, vale la pena todo. Si no, la vida languidecerá tarde o temprano. El culto al cuerpo y al sexo que hay actualmente, hace que las relaciones sean de usar y tirar. Se trata a las parejas como objetos que dan placer no como sujetos a los que amar, y a los que conocer profundamente, para aprender a amar mejor. A las mínimas de cambio, en cuanto surgen los inconvenientes, los defectos, los desacuerdos, la decepción de cómo es en realidad, no queremos dar un paso hacia adelante para amar mejor y sin valorar si el otro vale en el fondo la pena, se le abandona por el mejor postor, y así se va de relación en relación, mercantilizando la relación de pareja, y toda relación que no sea realmente de amor.

El fenómeno “ghosting” es fruto de una sociedad mercantilista, en donde se abusa del otro para que sirva a un interés, y lo desecha sin explicación cuando algo no encaja con éste, como si las personas fuesen de consumo de usar y tirar.

La mercantilización del otro es una realidad muy notoria hoy en día. Se desea que el otro me dé, que me colme de mis necesidades, y sino lo hace, lo cambio por otro que lo haga. No se hace una apuesta para realmente limar asperezas, para realmente apostar por la relación, y ya digo, da igual del tipo que sea. El famoso fenómeno “ghosting” que se da últimamente es un fruto de cómo buscamos relaciones que nos sirvan y no personas a las que amar. Un despropósito total. No se da valor a la persona, sino que se la usa, y si no sirve a tus intereses, o si algo no te gusto, o encontraste algo aparentemente mejor, ni lo hablas, ni lo intentas solucionar, a la mínima desapareces sin explicación de la vida de quien quizás hubo un tiempo que te nutrió y te sirvió.

Rechazar el amor genera un sufrimiento que puede condicionar futuras relaciones. Quien fue maltratado querrá maltratar.

En fin, que difícil es amar, y que difícil darnos cuenta de las maneras en cómo nos alejamos del amor en mayúsculas. Qué difícil abrir el corazón y que difícil decirle al otro te quiero seas como seas, digas lo que digas, y te pase lo que te pase. A la mínima dejamos a personas que realmente lo intentaban en serio, y las empujamos a que en la próxima ocasión hagan a otros sufrir lo que tú les has hecho pasar, el ser rechazadas y no amadas.

Todos tenemos la necesidad de amar; sin embargo, no lo sabemos y vamos dando palos de ciego, sin enterarnos de que así perdemos felicidad.

El amor es una necesidad innata en todos. Todos lo ansiamos. Es allí donde se esconde la clave de la felicidad, donde nacen todos esos frutos que quisiéramos poseer, donde se encuentra la fuerza total para traspasar las fronteras más resistentes, y a pesar de ello, no buscamos amor, buscamos sexo. No buscamos amar, sino que nos amen. No buscamos entregar, sino que nos sirvan y utilizar al otro como objeto. Hemos de dar un giro a todo esto o estaremos sufriendo tarde o temprano el vacío existencial tan típico hoy en día.

Serénate, piensa más en ti, abre tu corazón, cuídate. Entrega tu corazón a los demás, y ama en mayúsculas a los más cercanos, solo así un día serás bendecido con la alegría y la felicidad que da el amor en mayúsculas cuando también es correspondido al mismo nivel.

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